En la Misa de Nochebuena, celebrada la noche del 24 de diciembre en la Basílica de San Pedro, el Papa empleó el Canon Romano (Plegaria Eucarística I), la plegaria eucarística histórica del rito latino. Se trata de una opción plenamente prevista por el Misal romano, pero no especialmente frecuente en las celebraciones pontificias recientes, lo que confiere al gesto un interés particular, más aún al producirse a las puertas de un consistorio de cardenales en el que la liturgia va a ocupar un lugar relevante.
Conviene recordar, además, que en la Misa de Nochebuena del año pasado, celebrada también en la Basílica de San Pedro, el decano del Colegio Cardenalicio, el cardenal Giovanni Battista Re, celebró con la presencia de un Papa Francisco visiblemente muy desmejorado. En aquella ocasión se optó por la Plegaria Eucarística III, una de las fórmulas más utilizadas en las celebraciones solemnes recientes.
La Misa de Nochebuena no es una celebración cualquiera. Es una de las liturgias más visibles y simbólicas del año, seguida en todo el mundo y cargada de significado teológico y pastoral. En ella, la Iglesia celebra el misterio de la Encarnación del Verbo, el nacimiento de Cristo en Belén, centro del anuncio cristiano. Que este misterio se haya celebrado recurriendo al Canon Romano en latín introduce un elemento de continuidad litúrgica que merece ser señalado.
El Canon Romano es la plegaria eucarística más antigua de la Iglesia latina, de estructura sobria y lenguaje preciso, marcada por una clara orientación sacrificial y por la referencia explícita a la comunión de los santos y a la Iglesia extendida por toda la tierra. Durante siglos fue la única plegaria eucarística del rito romano, y sigue siendo hoy una expresión particularmente acabada de su teología.
Tras la reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano II, se introdujeron nuevas plegarias eucarísticas que, con el paso del tiempo, han pasado a ser las más utilizadas, en parte por su mayor brevedad y por un estilo más directo. Sin embargo, diversos autores y liturgistas han señalado que algunas de estas plegarias modernas, aun siendo legítimas y válidas, presentan una menor densidad teológica y una formulación más atenuada de ciertos aspectos centrales de la Eucaristía, como su carácter sacrificial y su enraizamiento martirial.
En este contexto, la utilización del Canon Romano en la Misa de Nochebuena puede leerse como algo más que una simple elección práctica. Sin necesidad de interpretaciones maximalistas, sí parece una opción coherente con un momento eclesial en el que se invita a reflexionar sobre la liturgia, su forma, su lenguaje y su capacidad para expresar adecuadamente el Misterio que celebra.
