Las divisiones internas en la Iglesia de Inglaterra, especialmente en torno a la ordenación de mujeres y la bendición de parejas del mismo sexo, han provocado en las últimas décadas un flujo constante de clérigos anglicanos hacia la Iglesia católica. Así lo recoge The Telegraph, citando un estudio reciente que contabiliza al menos 491 antiguos vicarios anglicanos que han sido ordenados sacerdotes católicos en los últimos treinta años.
El fenómeno se remonta a 1992, cuando el Sínodo General de la Iglesia de Inglaterra aprobó la ordenación de mujeres, una decisión que desencadenó una primera oleada de abandonos. Desde entonces, los debates doctrinales y morales se han intensificado, generando una creciente fractura entre sectores conservadores y liberales del anglicanismo.
El caso de antiguos clérigos anglicanos ordenados como sacerdotes católicos
Uno de los ejemplos recientes es el del padre Matthew Topham, actual sacerdote católico y responsable pastoral de St Mary’s, en East Hendred, Oxfordshire. Convertido al catolicismo en 2023 tras haber sido clérigo anglicano, Topham explica que su decisión no estuvo motivada principalmente por la cuestión de la ordenación femenina, sino por lo que considera una pérdida de centralidad de la Escritura y de la teología en la Iglesia de Inglaterra, sustituida —a su juicio— por la adaptación a los valores culturales dominantes.
Situaciones similares relata el padre Edward Tomlinson, antiguo vicario anglicano que abandonó su parroquia en 2011 junto a decenas de fieles y fue recibido en la Iglesia católica. Hoy es responsable de una parroquia católica en Kent con una comunidad en crecimiento, formada en buena parte por familias jóvenes. Tomlinson atribuye la crisis del anglicanismo a su dependencia estructural del Estado y a la falta de una autoridad doctrinal clara.
Bendiciones de parejas del mismo sexo y nueva tensión interna
La polémica sobre la bendición de parejas del mismo sexo ha reavivado las tensiones en los últimos años. En 2023, los obispos anglicanos acordaron experimentar con bendiciones separadas para estas uniones, una propuesta respaldada entonces por Sarah Mullally, hoy primera mujer en ocupar el cargo de arzobispo de Canterbury.
Sin embargo, tras la oposición de sectores conservadores, los obispos dieron marcha atrás y decidieron que dichas bendiciones no se celebren como actos independientes, sino dentro de servicios litúrgicos ordinarios. Esta rectificación ha provocado el malestar de clérigos liberales, mientras que otros consideran que el debate refleja una profunda incoherencia doctrinal dentro de la Iglesia de Inglaterra.
El papel del Ordinariato y la acogida desde Roma
Una parte significativa de los clérigos anglicanos convertidos al catolicismo se integran en el Ordinariato Personal de Nuestra Señora de Walsingham, erigido por Benedicto XVI en 2011. Esta estructura permite a antiguos anglicanos conservar elementos de su patrimonio litúrgico y, en el caso de clérigos casados, continuar ejerciendo el ministerio sacerdotal sin obligación de celibato.
Aunque el Ordinariato representa solo una parte del total de conversiones, en los últimos años se ha convertido en la vía mayoritaria para los nuevos clérigos procedentes del anglicanismo, según el estudio citado por The Telegraph. El Ordinariato cuenta actualmente con unos 2.000 miembros, entre sacerdotes y laicos.
Una Iglesia de Inglaterra cada vez más fragmentada
El informe del profesor Stephen Bullivant, de la Universidad St Mary’s de Twickenham, señala que los antiguos clérigos anglicanos han representado más de un tercio de todas las ordenaciones sacerdotales católicas en Inglaterra y Gales desde 1992. Aunque algunos de los convertidos han regresado posteriormente al anglicanismo, el flujo general ha sido constante.
En el contexto actual, marcado por la llegada de una mujer al primado anglicano y por la persistente controversia sobre la moral sexual, diversos observadores consideran que la Iglesia de Inglaterra afronta una crisis de identidad profunda. Para muchos de los clérigos que han optado por Roma, el catolicismo representa una referencia doctrinal más estable y una continuidad histórica que ya no perciben en su antigua confesión.
