La doctrina de la Iglesia sobre la ordenación de mujeres y la moral sexual es clara, definitiva y vinculante, pero está siendo objeto de una confusión creciente que afecta tanto a la vida eclesial como a la percepción pública del Magisterio. Así lo ha advertido mons. Marian Eleganti, obispo auxiliar emérito de Coira (Suiza), en una conversación con John-Henry Westen, fundador y director de LifeSiteNews.
El diálogo se centró en varios nombramientos episcopales recientes realizados por el papa León XIV, entre ellos el del obispo de San Galo (St. Gallen), conocido por haber expresado públicamente su apoyo a la ordenación de mujeres. Westen preguntó si estas designaciones podían interpretarse como un signo de cambio doctrinal en la Iglesia.
“La doctrina es infalible y está cerrada desde 1994”
Mons. Eleganti fue categórico: la doctrina sobre el sacerdocio exclusivamente masculino es clara, infalible y definitiva desde la carta apostólica Ordinatio sacerdotalis de san Juan Pablo II, publicada en 1994.
“No habrá ordenación de mujeres. El sacramento del Orden no puede conferirse a mujeres. Eso está doctrinalmente decidido”, afirmó.
El obispo recordó además que los recientes estudios sobre el llamado “diaconado femenino” han reconocido, por tercera o cuarta vez, que las diaconisas históricas no eran equivalentes al diaconado sacramental masculino. Se trataba, explicó, de un servicio condicionado por circunstancias culturales concretas y que desapareció con el tiempo.
Para Eleganti, el peligro actual no es tanto una ruptura frontal de la doctrina, sino una estrategia de confusión práctica:
“Se dice que la doctrina no cambia, pero en la práctica se hacen cosas similares que generan confusión y vacían de sentido el carácter sacramental de la Iglesia”.
Nombramientos episcopales y falta de coherencia
Westen señaló que, en los primeros meses del pontificado de León XIV, se han nombrado obispos en Suiza, Australia y Austria que han manifestado posturas favorables a la ordenación de mujeres. Mons. Eleganti reconoció que el proceso de selección episcopal es complejo y que el Papa suele apoyarse en dicasterios y comisiones.
No obstante, advirtió que esta confianza excesiva puede tener consecuencias graves si no va acompañada de discernimiento y corrección posterior:
“Decir que la doctrina no cambia y, al mismo tiempo, permitir que se reabra constantemente un debate cerrado, es incoherente”.
El caso James Martin y la ambigüedad pastoral
La conversación abordó también el encuentro del Papa León XIV con el jesuita James Martin, conocido por promover activamente la agenda LGBT dentro de la Iglesia. Westen subrayó el impacto que estas imágenes han tenido especialmente en Estados Unidos, donde Martin es una figura pública muy conocida.
Mons. Eleganti distinguió entre el trato personal y la claridad doctrinal:
“Se puede hablar con cualquiera, incluso con un hereje, con respeto y caridad. Pero al mismo tiempo se debe dejar clara la posición de la Iglesia. Lo que no se puede tolerar es un activismo prolongado que normaliza el pecado”.
El obispo alertó del enorme poder comunicativo de las imágenes papales sin explicación doctrinal: “Las imágenes hablan. Si no hay aclaración, se genera confusión”.
Aborto, pena de muerte y declaraciones improvisadas
Westen expresó su preocupación por unas declaraciones del Papa León XIV en inglés, en las que pareció equiparar la oposición al aborto con la postura sobre la pena de muerte. Según Eleganti, se trató de una afirmación improvisada y desafortunada, fruto de entrevistas espontáneas que debilitan la autoridad del papado.
El obispo recordó que, en la tradición católica, el aborto es siempre un mal intrínseco, mientras que la pena de muerte ha sido considerada históricamente una cuestión de prudencia política, no equiparable moralmente:
“No se puede comparar la eliminación directa de un inocente con un juicio prudencial del Estado. Eso es una confusión grave”.
Eleganti concluyó advirtiendo que la separación entre doctrina y pastoral es falsa:
“La verdad es pastoral. No hay amor sin verdad. Cuando el Magisterio se vuelve incoherente consigo mismo, el daño eclesial es profundo”.
