El cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, ha llegado a Gaza para celebrar la Navidad junto a la comunidad cristiana local. Así lo ha informado el padre Gabriel Romanelli, a través de una publicación en la red social X.
Según explica el presbítero, la visita del cardenal tiene como objetivo conocer de primera mano las necesidades pastorales y humanas de la parroquia de la Sagrada Familia, la única parroquia católica de la Franja de Gaza, que acoge desde hace meses a numerosas familias cristianas en medio de la situación marcada por la guerra, la precariedad y la inseguridad constante.
Las imágenes difundidas muestran al patriarca latino compartiendo tiempo con los fieles, participando en celebraciones litúrgicas y visitando las instalaciones parroquiales, que se han convertido en un verdadero refugio para la pequeña pero perseverante comunidad cristiana local. En uno de los momentos más significativos, el cardenal aparece rezando ante el belén instalado en la iglesia, símbolo de una Navidad vivida en circunstancias extraordinariamente difíciles.
Una invitación a visitar Tierra Santa
En su reciente visita por Estados Unidos, Pizzaballa ha aprovechado su estancia para pedir que la atención internacional no se desvíe de los cristianos en Tierra Santa, quienes afrontan consecuencias directas del conflicto y también graves problemas económicos. En Gaza, por ejemplo, más del 80 % de las viviendas han sido destruidas y la comunidad cristiana enfrenta enormes dificultades para acceder a alimentos, medicamentos y servicios básicos.
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En Cisjordania, incluida Belén, el colapso del turismo y la pérdida de permisos de trabajo en Israel han afectado de manera dramática la vida de muchas familias cristianas palestinas, reduciendo las fuentes de ingresos y agudizando la crisis económico-social.
Por lo que el cardenal ha insistido en la importancia de reanudar las peregrinaciones a Tierra Santa, no solo por su valor espiritual, sino por su impacto directo en la subsistencia de las comunidades locales, cuyas economías dependen en gran medida del flujo de visitantes cristianos.