Uno de los asuntos más delicados que el papa León XIV tendrá sobre la mesa en 2026 será el destino del nuevo órgano nacional para la Iglesia en Alemania, conocido como “conferencia sinodal”, concebido como heredero institucional del polémico Camino Sinodal alemán.
Aunque su primera reunión ya tiene fecha —6 y 7 de noviembre de 2026 en Stuttgart— y una segunda está prevista para abril de 2027 en Würzburg, el organismo aún no existe jurídicamente y no puede ser constituido sin la aprobación expresa de Roma.
Qué es la conferencia sinodal
La llamada conferencia sinodal busca dar carácter permanente al Camino Sinodal, una iniciativa promovida conjuntamente por la Conferencia Episcopal Alemana y el Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK), que entre 2020 y 2023 celebró cinco asambleas con propuestas de profundo calado doctrinal y disciplinar.
De esos encuentros surgieron resoluciones que pedían, entre otras cosas, el diaconado femenino, la revisión del celibato sacerdotal, la predicación laical en la Misa, una mayor intervención de los laicos en el nombramiento de obispos y cambios en el Catecismo sobre la homosexualidad.
La propuesta más controvertida fue la creación de un órgano permanente con capacidad de “toma de decisiones” sobre cuestiones pastorales y financieras de ámbito supradiocesano, inicialmente denominado consejo sinodal. Roma advirtió que dicho organismo socavaría la autoridad episcopal y contradiría la eclesiología del Concilio Vaticano II.
Tras varias intervenciones vaticanas y reuniones directas con la Curia, los obispos alemanes aceptaron cambiar el nombre del órgano y comprometerse a no crearlo sin el recognitio de la Santa Sede. En noviembre de 2025, el comité sinodal provisional aprobó los estatutos del nuevo organismo —rebautizado como conferencia sinodal—, que posteriormente fueron ratificados por el ZdK.
El siguiente paso será su votación en la asamblea plenaria de los obispos alemanes, prevista para febrero de 2026. Si se exige unanimidad, los estatutos no prosperarán; si basta una mayoría cualificada, su aprobación está prácticamente garantizada, pese a la oposición explícita de cuatro obispos diocesanos.
Qué ha dicho León XIV
Durante sus primeros meses de pontificado, León XIV ha sido prudente en sus declaraciones sobre Alemania. En septiembre de 2025 criticó las bendiciones rituales de parejas del mismo sexo en el norte de Europa, en referencia implícita a prácticas extendidas en Alemania. Posteriormente, preguntado directamente por la conferencia sinodal, se limitó a responder: «Veremos».
Sus declaraciones más extensas llegaron en el vuelo de regreso de su viaje a Turquía y Líbano. El Papa subrayó que la sinodalidad no es exclusiva de Alemania, pero advirtió de diferencias significativas entre el proceso alemán y el camino seguido por la Iglesia universal. Reconoció la legítima inculturación, pero alertó del riesgo de ruptura.
Además, señaló que muchos católicos alemanes no se sienten representados por el Camino Sinodal y reclamó más diálogo interno para evitar que las voces más influyentes silencien a otros sectores numerosos pero marginados.
Un proyecto cada vez más exclusivo
Un análisis de The Pillar pone el foco en un problema estructural: la escasa representatividad real del proceso. En un país con casi 20 millones de católicos, las asambleas sinodales contaron con apenas 230 participantes con derecho a voto. El comité provisional se redujo a 74 miembros, y la futura conferencia sinodal estaría compuesta por solo 81 personas, con un perfil ideológico ampliamente homogéneo.
Las voces críticas fueron desapareciendo con el paso de los años, entre dimisiones y boicots episcopales, hasta llegar a un órgano provisional que aprobó los estatutos por unanimidad, dejando claro que la conferencia sinodal sería un organismo marcadamente progresista, con escaso margen para la disidencia interna.
Qué puede hacer Roma
León XIV difícilmente dará una aprobación automática. Sus palabras sugieren que podría exigir ajustes, especialmente mecanismos que garanticen una escucha más amplia dentro de la Iglesia alemana. Sin embargo, rehacer el proceso desde cero —la única vía para una verdadera representatividad— implicaría romper el control del ZdK y provocar una crisis eclesial de gran magnitud.
Según The Pillar, el escenario más probable es una aprobación condicionada, tras introducir cambios menores y con una tramitación más lenta de lo que esperan los promotores del proyecto. Una solución de compromiso que evite un conflicto abierto, pero que deje intactas muchas de las tensiones de fondo en la Iglesia alemana.
