TRIBUNA: El espíritu de la teología del cuerpo o la tardía y casposa «revolución sexual» en la Iglesia

Por: Una católica (ex)perpleja

TRIBUNA: El espíritu de la teología del cuerpo o la tardía y casposa «revolución sexual» en la Iglesia

Acabo de ver un vídeo en Instagram de un influencer del Opus Dei que se ha hecho muy famoso en los últimos años hablando sobre temas de noviazgo, matrimonio y sexo desde una perspectiva neoconservadora, que me ha revuelto el estómago.

Un señor de apariencia respetable, esposo y padre de familia, que en pocos años ha pasado de su consulta odontológica a hacer bolos cada fin de semana por toda España y parte de Iberoamérica predicando sobre estos temas en los que tenemos que pensar que es un experto, que dice, sin sonrojarse: “Tener relaciones sexuales, para un católico es hacer oración. Por eso digo a mi mujer: ´vamos a rezar, pero ya´”.

Evidentemente, le falta contexto, pues es ortodoxo predicando sobre la castidad hasta el matrimonio. Pero eso no quita que la invención de toda una teología del sexo por parte de los neoconservadores a partir, se supone, de las catequesis de san Juan Pablo II sobre teología del cuerpo, se esté convirtiendo en una revolución sexual en toda regla dentro de la Iglesia Católica, con la connivencia habitual de la jerarquía.

Que pueda hablarse así de las relaciones sexuales en el matrimonio implica una pérdida de la decencia, la vergüenza y el pudor que siempre había caracterizado a la Iglesia Católica; el pudor, sobre el que Alice von Hildrebrand decía que los franceses empleaban “una palabra que le parecía maravillosa para aprehender el encubrimiento de los propios sentimientos íntimos que se desprenden de un verdadero sentimiento de vergüenza: ´pudeur´, una ´timidez sagrada´”.

Como yo no sé suficiente sobre la teología del Cuerpo, pero sí me parece problemático y hasta escandaloso este enfoque omnipresente entre influencers y nuevos movimientos neoconservadores en la Iglesia, voy a seguir las argumentaciones de la Dra. Alice von Hildreband en su obra “La noche oscura del cuerpo”, con el objetivo de “arrojar una modesta luz sobre la sublime enseñanza católica con respecto al misterio de la esfera íntima” y la controvertida aproximación hipersexualizada a la teología del cuerpo neoconservadora.

Alice von Hildebrand contextualiza cómo, desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia ha experimentado una crisis severa y múltiple: una crisis de fe, una crisis de autoridad, una crisis intelectual (hay una confusión generalizada) y una crisis moral. En el contexto de esta crisis se ha desarrollado la Teología del Cuerpo, que la Dra. von Hildebrand se pregunta legítimamente si estamos ante un desarrollo de la doctrina o ante una “revolución”; porque ninguna revolución en la Iglesia Católica es legítima; no puede darse. La revelación divina terminó con la muerte de los apóstoles. La misión de la Iglesia es difundir el mensaje divino y aclararlo una y otra vez a lo largo de los años.

Como hemos mencionado, el discurso que diversos movimientos e influencers neoconservadores elaboran y predican sobre noviazgo, matrimonio y sexo está basado en las 129 catequesis que san Juan Pablo II pronunció sobre Teología del Cuerpo, un ciclo de enseñanzas sobre el ser humano y su vocación al amor que el papa polaco predicó entre 1979 y 1984 a partir del relato bíblico de la creación del hombre y la mujer, exponiendo el amor humano en el plan divino. La teología del cuerpo se originó como respuesta a lo que afirmó Pablo VI en la encíclica Humanae Vitae: “el problema de la natalidad, como cualquier otro referente a la vida humana, hay que considerarlo, por encima de perspectivas parciales, a la luz de una visión integral del hombre y de su vocación, no sólo natural y terrena, sino también sobrenatural y eterna” (HV 7).

A partir de ello, en sus catequesis, San Juan Pablo II trata sobre la respuesta del hombre al amor de Dios en el amor concreto, que requiere la libre entrega del hombre, que puede hacerse por dos caminos distintos, pero complementarios: la virginidad cristiana y el matrimonio cristiano. Las reflexiones del papa pretenden situar todo desde la “antropología adecuada” y el “lenguaje del cuerpo”. Esto implica intentar responder a cómo el hombre puede comprenderse a sí mismo en Cristo, que responde a tres preguntas vitales: ¿quién soy?, ¿a qué estoy llamado? y ¿qué significa ser persona humana?

En estas catequesis, San Juan Pablo II empleó un lenguaje novedoso, sin paralelos conocidos en textos magisteriales, que sonó a revolucionario ya en aquellos momentos. A partir de términos como “lenguaje del cuerpo”, “antropología adecuada”, “remisión al principio”, “significado esponsal del cuerpo”, entre otros, se profundizan conceptos específicos de carácter teológico. Las catequesis aparecen como un tratado sobre la persona, el matrimonio y la familia, con su relación intrínseca y fundamental con la virginidad consagrada. La Teología del Cuerpo pretende reconstruir una antropología adecuada que proporcione las bases para entender la vocación del hombre a amar como Dios ama.

Como decíamos, desde el inicio de la predicación de estas catequesis, fueron muchos quienes se preguntaron si se trataba de un desarrollo de la doctrina o de una innovación; si lo que era novedoso era el lenguaje o lo era en realidad el contenido. Christopher West, fundador de The Body Institute, en cuyas enseñanzas se basan las del Regnum Christi, máximo exponente en España e Iberoamérica de la difusión de la Teología del Cuerpo, cita la provocativa declaración que George Weigel lanzó acerca de que la teología del cuerpo de Juan Pablo II es una ´bomba de relojería teológica´.

Pero, ¿qué quiere decir esto? ¿Significa que ´los cristianos deben acabar lo que empezó la revolución sexual´, como propuso West en el programa de televisión Nightline? Incluso el muy influyente Weigel tiene a su favor haber escrito que ´una cultura saturada de sexo imagina que la revolución sexual ha sido liberadora. Lo contrario es la verdad´, en el prólogo a uno de los libros de Christopher West. Palabras como ´revolución´ y expresiones igual de altisonantes son atractivas, pero irresponsables, afirma Alice von Hildrebrand.

Así pues, hemos visto la omnipresencia de las cuestiones sobre matrimonio, noviazgo y sexo en las actividades de movimientos e influencers neoconservadores; y hemos repasado también muy rápidamente los principios fundamentales en los que afirma basarse, las catequesis de San Juan Pablo II sobre la llamada Teología del Cuerpo.

Ahora, como hemos dejado entrever ya, se trata de preguntarse si estamos ante un desarrollo doctrinal o ante una innovación o revolución; y si, en realidad, la gran cantidad de cursos, charlas y especialistas espontáneos en teología del cuerpo se basan en las catequesis de san Juan Pablo II o han desarrollado algo distinto, como ocurrió después del Concilio Vaticano II con su aplicación según el “espíritu del concilio”. Parece claro que la interpretación de Christopher West de las catequesis del papa polaco ha despertado desde el inicio una gran controversia. ¿Podría ser – se pregunta Alice von Hildebrand – porque West la ha malinterpretado en los aspectos más esenciales y, peor aún, porque ha empleado su propio lenguaje ofensivo y las ideas de la ´cultura pop´ para vulgarizarla?

Cuando se presenta la teología del cuerpo como una revolución radical y se distorsiona aquélla en algo que Juan Pablo II no pretendió nunca, según considera von Hildrebrand, los católicos deberían detenerse de inmediato, dar marcha atrás y preguntarse: ´¿Qué me están dando de comer?´. No podemos ser demasiado cautos a la hora de proteger nuestra alma. “Puede considerarse válida la teología del cuerpo en la medida en que pueda ser considerada ´un desarrollo de la doctrina´; siempre y cuando semejante afirmación permaneciese fiel al depósito original de Juan Pablo II y estuviese hecha de un modo reverente y ortodoxo”, en palabras de la esposa de Dietrich von Hildebrand.

Cada época de la Iglesia arroja una luz particular sobre ciertos aspectos del mensaje divino, y la Teología del Cuerpo, interpretada de un modo adecuado y coherente con la doctrina católica, puede ser vista como un ejemplo de ello. Tradicionalmente, la Iglesia escogió con mucho cuidado las palabras cuando se refería a los misterios de nuestra fe o a cosas que son íntimas y sagradas. En contraposición, Christopher West se ha caracterizado por emplear un lenguaje diáfano y relajado, utilizando con frecuencia palabras como ´mierda´ o ´bodrio´, que deberían hacer rechinar el ´oído espiritual´ de un católico. La Iglesia ha sabido siempre, como afirmó Kierkegaard, que lo ´vulgar siempre es popular´, pero sin embargo nunca recurrió a expresiones vulgares ya que, como escribió san Francisco de Sales: ´Nuestras palabras son el mejor indicio de las cualidades de nuestras almas´ (Introducción a la vida devota, parte III, capítulo 26).

Al referirse a los misterios (como el de la Anunciación, la Natividad o la Eucaristía), las palabras que la Iglesia siempre ha elegido invitan a sus oyentes a una temblorosa reverencia y adoración. En contraste, las observaciones de Christopher West referente a la ´sanguinolenta membrana´ que la santa Virgen expulsó después del nacimiento de Cristo – aunque bienintencionadas – rozan la blasfemia. No estarían de más hoy las advertencias del Santo Oficio: ´Se están publicando obras en las que la delicada cuestión sobre la virginidad de María in partu se trata con una deplorable crudeza de lenguaje y, lo que es más grave, en flagrante contradicción con la tradición doctrinal de la Iglesia y con el sentimiento de respeto que tienen los fieles´ (el Monitum del Santo Oficio, julio de 1960).

En el prólogo a la obra-compendio de Alice von Hildebrand en la que basamos estas reflexiones, el Cardenal Carlo Caffarra hace mención al muy delicado tema de la intimidad, que parece haberse desvanecido en la conducta y lenguaje de estos movimientos neoconservadores que son el Regnum Christi y Hakuna, tan sorprendentemente parecidos en formas y contenidos. Dice el ya fallecido cardenal Caffarra que “la intimidad no es lo que la ley civil llama ´privacidad, y que la ley canónica llama ´foro interno no sacramental´, sino que se trata de algo más profundo. En ningún lugar de la tradición cristiana encuentro páginas más profundas sobre la intimidad de la persona que en las que santa Teresa de Jesús escribió en su Castillo interior, al describir la séptima morada: ´en el interior de su alma, lo muy muy interior, en una cosa muy honda, que no sabe decir´. La sexualidad está particularmente unida al concepto de ´intimidad personal´. Y el vínculo fundamental entre sexualidad e intimidad es la ´modestia´. Modestia es la no revelación de la persona a ojos que la degradarían, como objeto para ser utilizado. Los ojos del amor conyugal pueden ´ver a la persona´ sin degradarla. El amor conyugal es casto, mientras que el amor impuro es un contrasentido”.

Alice von Hildebrand considera que Christopher West “a veces ha malinterpretado la auténtica tradición católica, ha omitido o ignorado aspectos esenciales de la misma, y promovido una nueva forma de “entusiasmo” religioso que puede ser descrito como “rebelde”. Monseñor Ronald Knox, que tan acertadamente criticó esta actitud en su libro “Enthusiasm”, fue un profeta al reconocer semejantes arrebatos como un fenómeno recurrente en la historia de la Iglesia, característico de movimientos equivocados ante los que deberíamos mantenernos siempre alerta”.

En su obra, la Dra. von Hildebrand dedica esfuerzo a mostrar los errores que se hallan en el exponente de la teología del cuerpo sobre el que se desarrolla esta pastoral del Regnum Christi, Christopher West; su objetivo es mostrar las diferencias entre la exposición tradicional católica sobre la esfera íntima de la persona, el amor conyugal, el enfoque de san Juan Pablo II en la teología del cuerpo y dónde yerra West y, por consiguiente, dónde está el riesgo / peligro del enfoque de la multitud de pretendidos expertos e influencers que con un diploma de pocas horas de estudio ya se sienten autorizados para enseñar a otros sobre algo tan delicado; de nuevo, con la connivencia de la jerarquía, a quien corresponde la misión de enseñar. El error está en la base de esa visión tan frecuente hoy de un cristianismo “disfrutón” (en terminología Hakuna), sin cruz; inmanentista, que busca – como se indica en el programa del Body Fest de 2024 – “comenzar a vivir el cielo en la tierra a la manera de encontrar la felicidad puramente terrena”. Ante esta afirmación que hay que leer dos veces para asegurarse que dice lo que dice, me pregunto dónde quedan las impactantes palabras de la Virgen María en Lourdes a Santa Bernadette: “te prometo hacerte feliz, no en esta vida, sino en la otra”.

West y quienes se han basado en su aproximación a la teología del cuerpo para formarse, sujetos como están por lo que consideran su vocación de evangelizar con esta teología a una nueva generación de un modo más “moderno”, que supuestamente puedan entender, se ignora prácticamente la importancia del pudor; y esa imprudencia, considera Alice von Hildebrand, acaba por socavar su propio mensaje.

Santa Teresita de Lisieux explicaba cómo, cuando un estudiante la tomó del brazo cuando se disponía a bajar del tren, ella reaccionó como debía hacer una muchacha como Dios manda. Se encomendó a la Virgen María y lo miró tan severamente que el chico la soltó de inmediato (según testimonio de su hermana Genevieve). ¿Ridiculizaría West a esta gran santa tachándola de “mojigata”? Se equivocaría al hacerlo, ya que la respuesta de santa Teresa fue plenamente católica, y la única correcta. Había respondido con un noli me tangere (no me toques). Esta actitud no tiene nada que ver con un miedo insano al cuerpo, o al contacto corporal, sino a una muy honesta modestia y autoestima.

Noli me tangere es una expresión clave para entender el misterio de lo sobrenatural. Éste es el motivo por el que tradicionalmente desde la Iglesia nunca se habría realizado ningún comentario sobre el tamaño del trasero de la Santa Virgen, como ha hecho West, repitiendo con elogios una exhortación para que los católicos ´redescubran´ los ´grandes senos´ de María (revista Crisis, marzo 2002). Para cualquier católico “normal”, esto hubiera sido una irreverencia. Sus pechos eran sagrados y la respuesta a lo sagrado es ´sobrecogimiento´ y no un planteamiento crítico con respecto al tamaño de los ´benditos senos de los que mamaron´. En el arte, cuando se representa a María, lo fundamental es que la imagen inspire en el espectador un sentimiento de reverencia.

El Regnum Christi ofrece cursos sobre afectividad y educación sexual en la escuela a partir de la teología del cuerpo, algo que el papa Pío XI ya criticó en 1929 en su encíclica “Educación cristiana de la juventud”. No han pasado ni cien años y éste es un aspecto más en que la Iglesia no se reconoce en su magisterio constante en los primeros veinte siglos de su existencia e incluso lo contradice.

Es curioso. Cuando pensamos en “revoluciones” en la Iglesia, nos viene primero a la cabeza el progresismo, el modernismo. Sin embargo, todas estas enseñanzas tan innovadoras, contrarias a la enseñanza perenne de la Iglesia, vienen del ámbito conservador o neoconservador. No debería, empero, sorprendernos, puesto que, como dijo Chesterton, “los conservadores son progresistas a cámara lenta. Consolidan las revoluciones de los progresistas e impiden la restauración”. Por eso los movimientos neoconservadores (cuyos máximos exponentes podríamos decir que son el Opus Dei y el Regnum Christi) parten de San Juan Pablo II como si no hubiera un antes en la Iglesia, porque consideran que refrenó los desmadres postconciliares y afirmó la enseñanza de la Iglesia. Pero estos mismos movimientos no quieren saber nada de la enseñanza ni de la liturgia de la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II. Son liberales, y están muy cómodos en su postura, buscando complacer al mundo en todo lo posible mientras intentan afirmar su identidad católica. Lo que viene siendo nadar y guardar la ropa, que es imposible; porque nadie puede servir a dos señores.

Fijémonos en cómo el Regnum Christi se refiere a la teología del cuerpo de Juan Pablo II como una “enseñanza revolucionaria que ofrece una comprensión profunda de la dignidad del cuerpo humano y la sexualidad” (@regnumchristigye). Y recordemos que Hakuna se refería en sus inicios a la “Hkn revolution”. De hecho, la teología del cuerpo según Christopher West también se imparte en el Soul College, “college” de inspiración cristiana promovido por la fundación Hakuna que “tiene como misión transmitir a sus estudiantes el deseo de aprender a disfrutar de ser personas. En el Soul College profundizamos en las grandes preguntas del ser humano, quién soy yo, para qué vivo”. El modernismo es una hidra, como puede verse, que está ahogando el catolicismo verdadero, que no tiene sentido sino en la tradición de la Iglesia. Hakuna mismo es un claro ejemplo de la vulgarización del lenguaje denunciada por la Dra. von Hildebrand. Respecto a esta vulgarización del lenguaje, hay que decir que en ello el sacerdote Manglano y Hakuna se llevan la palma (“pringados”, “revolcaderos”, santos de “mierda” son sólo algunas de sus perlas ´evangelizadoras con lenguaje actual´).

De hecho, igual que Baviera tiene su Oktoberfest, la influencer María Pombo tiene su SuaveFest, la Iglesia tiene, por gentileza de los Legionarios de Cristo / Regnum Christi, el BodyFest, cuya tercera edición se celebró la tarde/noche del 31 de octubre al 1 de noviembre.  Este “festival del cuerpo” (no sé si suena peor en inglés o en español) se basa en la teología del cuerpo.

Hemos ido citando nombres que no se escuchan en estos festivales conservadores, extrañamente: el matrimonio Von Hildebrand, Kierkegaard, el cardenal Newman, santa Teresa de Jesús y santa Teresita de Lisieux; ¿por ser “inactuales”, poco modernos? ¿Significa eso poco atractivos para los católicos de hoy? ¿Dónde estaría el problema si esto es así: en la exposición de la verdad católica o en los católicos de hoy si no son capaces de recibir las verdades de siempre como siempre se enseñaron? O, tal vez, en quienes llevan más de 60 años pensando que las personas de hoy ya no pueden recibir un mensaje que es eterno, no sujeto a modas. Sobre esto, Martin Mosebach ha explicado muy bien, refiriéndose a la liturgia, cómo el cambio de forma implica el cambio de contenido, que es lo que ocurre con estas maneras pretendidamente ´innovadoras´ y /o ´revolucionarias´ de presentar la fe hoy.

Acabo con un breve consejo al Regnum Christi para futuras ediciones del BodyFest: que vean en internet otros festivales internacionales nudistas, pornográficos y satánicos celebrados con el exacto mismo nombre y valoren así si es un nombre adecuado para un evento católico.

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