La liturgia, tema central en el próximo Colegio Cardenalicio

La liturgia, tema central en el próximo Colegio Cardenalicio

La liturgia ocupará un lugar central en el próximo Colegio Cardenalicio convocado por el papa León XIV para los días 7 y 8 de enero de 2026. Así lo ha adelantado el diario italiano il Giornale, que informa del contenido de una carta “natalicia” enviada por el Pontífice a todos los cardenales, en la que se detalla la agenda del encuentro y los principales asuntos que deberán ser abordados.

Según explica il Giornale, el Papa ha querido implicar directamente al conjunto del Colegio Cardenalicio —y no solo a un grupo reducido de colaboradores— en un discernimiento sobre cuestiones que considera particularmente graves para la vida de la Iglesia. Entre ellas, junto a la sinodalidad y la relación entre la Curia romana y el ejercicio del poder, aparece de forma explícita la cuestión litúrgica, convertida en los últimos años en uno de los principales focos de tensión intraeclesial.

La relevancia de este gesto no es menor. Desde la promulgación del motu proprio Traditionis custodes en 2021, la liturgia —y muy especialmente la celebración de la Misa según el Misal de 1962— se ha transformado en un auténtico campo de batalla entre distintas sensibilidades dentro de la Iglesia. Llevar este debate al Colegio Cardenalicio supone, de facto, el reconocimiento de que existe una brecha abierta que no puede seguir siendo gestionada únicamente mediante decisiones administrativas o lecturas ideologizadas.

Esa brecha atraviesa, además, a una sensibilidad eclesial que se ha mostrado particularmente fértil en vocaciones, vida religiosa y revitalización parroquial, sobre todo en contextos marcados por la secularización y el declive de la práctica sacramental. Allí donde la liturgia ha sido cuidada, celebrada con reverencia y transmitida sin complejos, se ha producido —contra muchos pronósticos— un resurgir de la vida eclesial en medio de una Iglesia que en otros ámbitos aparece exhausta.

Que León XIV haya decidido situar la liturgia en el centro de un encuentro colegial de este nivel apunta a una toma de conciencia histórica: la liturgia no es una cuestión secundaria ni un problema a neutralizar, sino el lugar donde la Iglesia se reconoce a sí misma y donde se juega buena parte de su futuro. No se trata únicamente de la Misa tradicional, sino de la comprensión misma de la Eucaristía como fuente y culmen de la vida cristiana.

Como señala il Giornale, el concistorio de enero podría servir también para abordar el modo en que la Iglesia debe relacionarse con los fieles que, aceptando plenamente el Concilio Vaticano II, desean seguir celebrando la llamada misa tridentina. El simple hecho de que este tema sea objeto de reflexión colegial supone ya un cambio significativo respecto a la etapa anterior, en la que la cuestión fue tratada de forma unilateral y, en muchos casos, punitiva.

Si de este proceso se derivara una revisión, matización o relectura de Traditionis custodes, estaríamos ante un auténtico punto de inflexión. No solo porque aliviaría una herida abierta en el cuerpo eclesial, sino porque permitiría reconciliar a la Iglesia con una parte de sí misma que ha demostrado ser espiritualmente fecunda en tiempos de decadencia generalizada.

La decisión de León XIV de implicar al Colegio Cardenalicio en esta reflexión confirma que la liturgia ha dejado de ser un asunto marginal para convertirse en una cuestión estratégica. Lo que está en juego no es el gusto estético ni la nostalgia, sino la capacidad de la Iglesia para transmitir la fe, suscitar vocaciones y reconstruir la unidad en torno al altar. El concistorio de enero se perfila así como uno de los momentos más decisivos del actual pontificado.

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