Jaén eleva a los altares a 124 mártires asesinados por odio a la fe durante la Guerra Civil

Jaén eleva a los altares a 124 mártires asesinados por odio a la fe durante la Guerra Civil

La Iglesia ha celebrado este fin de semana en Jaén la beatificación de 124 mártires asesinados entre 1936 y 1938 por odio a la fe, en uno de los episodios más sangrientos de la persecución religiosa en España durante la Guerra Civil.

La solemne ceremonia tuvo lugar este sábado 13 de diciembre en la Catedral de la Asunción de Jaén y fue presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, como enviado del Papa Francisco, quien aprobó el decreto de martirio el pasado mes de junio. A la celebración asistieron numerosos fieles, familiares de los mártires y una amplia representación del episcopado español.

La misa fue concelebrada por cerca de veinte obispos, entre ellos el obispo de Jaén, Mons. Sebastián Chico Martínez, junto a los obispos eméritos Ramón del Hoyo López y Amadeo Rodríguez Magro, además de alrededor de 150 sacerdotes procedentes de la diócesis jiennense y de territorios vecinos.

Los nuevos beatos pertenecen a la Diócesis de Jaén y fueron asesinados in odium fidei durante los primeros años de la Guerra Civil. El grupo está compuesto por 109 sacerdotes diocesanos, una religiosa clarisa y 14 laicos, entre ellos un matrimonio. La causa de beatificación confirma que todos ellos murieron por negarse a renegar de su fe.

Una persecución extendida por toda la diócesis

El vicepostulador de la causa, el sacerdote Andrés Nájera, explicó que la persecución religiosa se extendió por prácticamente toda la diócesis de Jaén y afectó de modo particular a sacerdotes dedicados a la labor pastoral y educativa, así como a fieles laicos con una vinculación visible y activa con la Iglesia. Recordó igualmente la destrucción sistemática de templos, archivos parroquiales y símbolos religiosos durante aquellos años.

La causa de beatificación ha puesto rostro a una violencia anticristiana que no distinguió edades ni estados de vida. Muchos de los mártires fueron detenidos únicamente por su condición sacerdotal o por su compromiso público con la fe, sin participación alguna en conflictos armados ni militancia política.

Rostros concretos de fidelidad cristiana

Entre los perfiles más significativos se encuentra el del médico Pedro Sandoica y Granados, laico muy conocido en Villargordo por su dedicación a los pobres y su activa vida parroquial, fusilado en septiembre de 1936. También destaca el del sacerdote Felipe Vallejos Molina, párroco en Porcuna, que fue brutalmente torturado antes de ser asesinado por su labor apostólica.

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La beatificación incluye además el testimonio de la madre Isabel María Aranda Sánchez, abadesa clarisa de Martos, única religiosa del grupo, asesinada en enero de 1937 tras resistirse a las vejaciones de sus captores. Junto a ella, la Iglesia reconoce el martirio de la laica Obdulia Puchol Merino, viuda y terciaria franciscana, conocida por su intensa labor caritativa, degollada el día de la Inmaculada de 1936.

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El grupo de mártires recoge también historias especialmente significativas desde el punto de vista familiar y pastoral. Es el caso del matrimonio formado por Teresa Basulto Jiménez y Mariano Martín Portela, asesinados en el llamado “tren de la muerte” de agosto de 1936. Teresa era hermana del entonces obispo de Jaén, Manuel Basulto, ya beatificado en 2013.

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Otros nombres emblemáticos son los de los sacerdotes Juan Ángel Román Pulido, anciano párroco que permaneció con sus fieles hasta el final; Manuel Valdivia Chica, a quien los milicianos amputaron las manos antes de matarlo; y Bernardo Cruz Pérez, párroco de Torredonjimeno, víctima de una de las ejecuciones más violentas documentadas en la diócesis.

Un mensaje de esperanza y reconciliación

Durante la homilía se subrayó que la beatificación se celebra en el contexto del Año Jubilar dedicado a la esperanza, recordando que los mártires no tomaron parte en la violencia ni en luchas ideológicas, sino que afrontaron la muerte perdonando a sus verdugos. Se evocaron palabras de Benedicto XVI sobre el valor redentor del sufrimiento aceptado por amor a la verdad y a la justicia.

La celebración concluyó con uno de los momentos más significativos de la jornada: el descubrimiento del cuadro que representa a los 124 nuevos beatos, obra del artista jiennense Francisco Galán, acompañado por el repique de las campanas de la Catedral y el despliegue de los rostros de los mártires desde los balcones interiores del templo. A continuación, se realizó la entrada solemne del relicario con los restos de los mártires.

Con esta beatificación, el número de mártires del siglo XX reconocidos por la Iglesia en España asciende a 2.254, de los cuales 11 han sido canonizados.

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