El sacerdote francés Guy Pagès ha dirigido una carta abierta al papa León XIV reclamando una intervención directa ante lo que describe como una “profanación de la Eucaristía”. Se trata de un episodio ocurrido hace un año durante la Misa de reapertura de la catedral de Notre Dame, el 8 de diciembre de 2024. Durante la retransmisión, se ve a Brigitte Macron comulgando en la mano. Para el presbítero, conocido en Francia por su trabajo crítico sobre el islam y su defensa del magisterio católico, el episodio constituye un escándalo grave en la Iglesia francesa.
La comunión de la primera dama: un gesto transmitido en directo y sin advertencias
Durante la celebración presidida por el arzobispo de París, Laurent Ulrich, Brigitte Macron —civilmente casada con el presidente Emmanuel Macron, divorciada de su primer esposo y sin constancia pública de matrimonio religioso— recibió la comunión de manos del obispo auxiliar Philippe Marsset.
La retransmisión televisiva mostró con claridad el momento, mientras el comentarista afirmaba que la primera dama “tenía perfecto derecho” a comulgar. Emmanuel Macron no se acercó a recibir la Eucaristía, alegando “respeto por la laicidad”.
Pagès recuerda que Brigitte Macron apoya públicamente el aborto, la eutanasia y las reivindicaciones LGBT, y que, en su situación matrimonial, no debería haber accedido a la comunión, conforme al canon 915 del Código de Derecho Canónico. A su juicio, los ministros de la Misa tenían la obligación de negar discretamente la comunión para evitar un escándalo público.
Un escándalo que sigue abierto un año después
Un año después, el sacerdote denuncia que ni la archidiócesis de París ni la Santa Sede han dado explicaciones sobre el incidente. Pagès denuncia la falta de reacción de la jerarquía, que —en su opinión— ha tratado la Eucaristía “con indiferencia ante el poder político”.
Entre junio y octubre de este año, envió dos cartas al Dicasterio para el Culto Divino, con copia a los dicasterios para la Doctrina de la Fe y para los Obispos, así como a la Conferencia Episcopal Francesa, pero de ninguna recibió respuesta.
El sacerdote sostiene que omitir la aplicación del derecho canónico pone en peligro la fe de los fieles y favorece la pérdida de sentido del sacramento. Pagès cita el artículo 183 de Redemptionis Sacramentum, documento que insiste en la obligación de evitar todo abuso eucarístico, y recuerda que la Iglesia ya ha sufrido gravemente por no aplicar con rigor su propia disciplina en situaciones traumáticas del pasado.
Una denuncia teológica y moral: “¿Cómo no atraer la ira de Dios?”
En su carta, Pagès traza un paralelismo entre la profanación de la Eucaristía y los abusos cometidos contra menores, tal como Benedicto XVI subrayó en 2019. Asegura que la falta de respeto hacia el Cuerpo de Cristo prepara el terreno para otros desórdenes más profundos dentro de la Iglesia.
El sacerdote advierte que permitir estas comuniones públicas, sabiendo la situación moral de la persona, lleva a los fieles “a ignorar y despreciar a Jesús en la Eucaristía”, destruye la credibilidad de la Iglesia ante el mundo y “descorazona el deseo de evangelizar”. Con dramática contundencia, pregunta: “¿Cómo puede esto no atraer la ira de Dios?”
Petición final a León XIV: sanciones y una restauración de la disciplina
Pagès solicita al papa León XIV que sancione a quienes permitieron el sacrilegio, recordando que la suspensión es la pena prevista para clérigos que administran los sacramentos contra la normativa de la Iglesia.
Además, pide al Papa que impulse una restauración de la disciplina eucarística, incluida la comunión en la boca y de rodillas, como enseñaba Benedicto XVI con su ejemplo.
Para el sacerdote, la falta de medidas dará paso a una “trivialización” de los sacrilegios, que dañará gravemente a fieles y sacerdotes. Concluye su carta invocando a san Tarsicio, mártir de la Eucaristía, para que asista al Papa en la defensa del sacramento.