Mons. Varden: «El mayor desafío del hombre moderno es creerse amado por Dios»

Mons. Varden: «El mayor desafío del hombre moderno es creerse amado por Dios»

El obispo de Trondheim (Noruega), Erik Varden, se ha convertido en una de las voces más escuchadas del catolicismo europeo. Su itinerario espiritual —una conversión adolescente provocada por la Segunda Sinfonía de Mahler— y su formación monástica cisterciense lo han llevado a leer con profundidad el alma contemporánea. Sus libros y conferencias, lejos de superficialidades, se han transformado en guía para quienes buscan un sentido ante la fragilidad cultural que domina Occidente.

En una entrevista con Aceprensa, el prelado noruego analiza la sed espiritual de nuestro tiempo, la necesidad de recuperar el lenguaje propio de la fe y el renovado interés por la liturgia y la tradición.

Una era postsecular que exige testigos firmes

Varden sostiene que ya nos encontramos en un tiempo “postsecular”, especialmente visible en el norte de Europa. “Creo que ese es el caso”, afirma. Aunque muchos católicos desean creer que la crisis cultural es un episodio pasajero, él advierte que la respuesta no debe ser el autoengaño, sino el testimonio. “Todo depende de cómo acojamos ahora este momento providencial, qué tipo de testimonio damos, qué tipo de enseñanza proclamamos”.

Para Varden, la rapidez del cambio cultural no puede llevar a la Iglesia a vivir a la defensiva. La clave está en asumir la misión evangelizadora sin diluir la identidad católica.

“La gente se siente atraída por el catolicismo porque es verdad”

El obispo explica que el creciente interés por la Iglesia responde a una necesidad real de certezas. “Creo que la gente se siente atraída porque es verdad. Esa es una razón fundamental”, afirma. La desconfianza hacia las instituciones políticas, económicas y culturales deja a muchos jóvenes sin puntos de referencia duraderos: “La gente está buscando parámetros que prometan resistir la inundación”.

A quienes afirman que esta curiosidad religiosa es solo un refugio emocional, Varden responde con claridad: “Me encuentro con estas conversiones casi a diario… Tal afirmación no se corresponde con la evidencia empírica”.

Jóvenes y liturgia: una búsqueda de belleza sin etiquetas

Varden reconoce que existe un renovado interés por la liturgia tradicional entre jóvenes de diversas sensibilidades, aunque no lo considera un fenómeno uniforme ni un conflicto generacional. Para él, la clave está en la celebración fiel de los misterios: “Haz lo rojo y di lo negro”. Es decir, seguir las rúbricas del Misal y dejar que la liturgia hable sin añadidos personales.

Rechaza la tendencia a clasificar este fenómeno como “retrógrado” o contrario al Concilio Vaticano II. Pone como ejemplo la peregrinación de Chartres: “Los jóvenes que acudieron eran simplemente imposibles de categorizar… Algunos podrían ir a un servicio carismático un sábado, tener la misa en latín el domingo, e ir a trabajar con Cáritas el lunes”.

Varden concluye: “Mientras sigamos insistiendo en encasillar a la gente en estas estrechas categorías, no vamos a entender lo que está pasando”.

Superar la lógica de progresistas vs. conservadores

El obispo admite que la polarización ideológica lleva tiempo infiltrada en la Iglesia, pero pide desactivarla “suavemente, amablemente y quizás incluso con humor”. Cita al benedictino Elmar Salman, quien rechazaba esa dicotomía diciendo: “Io preferisco pensarmi classico e liberante” (“Prefiero considerarme clásico y liberador”).

Para Varden, la fe no puede convertirse en herramienta política: “Debemos tener mucho cuidado de la instrumentalización de los símbolos cristianos… No es lícito instrumentalizar la fe para cualquier propósito secular”.

Recuperar el lenguaje propio de la Iglesia

Una de las reflexiones más insistentes de Varden es la necesidad de que la Iglesia vuelva a hablar con su propio lenguaje. Tras décadas intentando imitar al mundo, el resultado ha sido la irrelevancia: “Si hablamos el lenguaje de la Escritura, de la liturgia, de los sacramentos, podemos decir cosas asombrosamente frescas, originales y hermosas. Y la gente sí las escucha”.

El prelado vincula esta recuperación de autenticidad con la respuesta necesaria ante los abusos: “Debemos ser veraces y perseguir ese trabajo de reparación en justicia y con lágrimas… Quizás esa experiencia pueda enseñarnos a ser más humildes y más hospitalarios”.

Castidad, sufrimiento y cuerpo: temas que los jóvenes sí buscan

Varden confiesa sentirse sorprendido por la acogida de su libro sobre la castidad: “Durante mucho tiempo no pasé un día sin recibir cartas y correos electrónicos”. Lo mismo ocurre con sus reflexiones sobre el sufrimiento redentor. En su experiencia, los jóvenes no rehúyen las preguntas difíciles: “Estoy encontrando mucha apertura y un deseo real de abordar estas preguntas”.

Relaciona esta búsqueda con la confusión actual sobre el cuerpo y la identidad: “Tiene todo que ver… cómo lidiar con el hambre, los deseos y las esperanzas del cuerpo”.

La literatura y la música: lugares donde el alma se reconoce

Para explicar la condición humana, Varden recurre incluso a la epopeya de Gilgamesh: “Es simplemente maravilloso poder señalar este texto que tiene casi 3.000 años y decir: ‘Bueno, mira a ese tipo. Es justo como tú’”.

Para él, la verdadera literatura puede “salvar vidas” porque recuerda al lector que no está solo. Y sobre la música, afirma: “Nos acerca a la eternidad tanto como es posible en esta vida… expresa lo inefable”.

“El mayor desafío es creernos de verdad que somos amados”

Al final, Varden resume el drama espiritual de nuestro tiempo en una frase que atraviesa toda su obra: “El mayor desafío es el de creernos de verdad que somos amados”. Y añade que lo más urgente que el ser humano debe comprender hoy es “su potencial para la vida eterna”.

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