La revolución del pesebre: la defensa de la identidad cristiana

La revolución del pesebre: la defensa de la identidad cristiana

Cada Navidad se libra una batalla silenciosa en el corazón de nuestra cultura: la que enfrenta la identidad cristiana que nos ha dado forma frente a una sociedad que, paso a paso, pretende borrar sus propios cimientos. No es un fenómeno nuevo, pero se ha intensificado en la última década, especialmente en escuelas y espacios públicos donde se prohíbe el belén “para no ofender”. A esto se suma la moda de pesebres vacíos o ideologizados que, lejos de anunciar el misterio de la Encarnación, lo manipulan para difundir agendas políticas o mensajes contrarios al verdadero mensaje de la Navidad. En Bruselas, por ejemplo, un belén con figuras sin rostro acabó envuelto en polémica antes de que desapareciera la figura del Niño Jesús. En Estados Unidos, algunos templos han sustituido la Sagrada Familia por mensajes de protesta política, convirtiendo el pesebre en un objeto de propaganda.

En este contexto, recordamos el mensaje de Giorgia Meloni —que se ha viralizado nuevamente por estos días— que pronunció en 2017 en el que recuerda que el pesebre no es un adorno, sino el corazón visible de nuestra identidad cristiana.

El belén, mucho más que una tradición decorativa

En 2017, la presidente del Consejo de Ministros de Italia explicaba que abandonaba el árbol de Navidad para volver al belén no por nostalgia, sino por convicción. ¿cómo puede ofender un niño nacido en un establo? ¿Cómo puede resultar ofensiva una familia pobre que huye para protegerlo? ¿Cómo puede ofender una cultura que se ha formado a la luz de esa historia? La sencillez del pesebre no encubre agresión alguna; al contrario, ilumina la dignidad de la vida, la ternura de Dios y el fundamento moral de nuestra civilización.

Valores que nacen de un pesebre: la base de una civilización

Meloni insistía en que incluso quienes no creen reconocen en ese símbolo una síntesis de los valores que sostienen nuestra cultura. Del pesebre aprendimos el respeto por la vida, la sacralidad del ser humano y el sentido de la solidaridad. Son valores que brotan del misterio de Dios hecho Niño y que dieron forma a la historia cristiana de Europa. Cuando el pesebre se sustituye por mensajes ideológicos, esos valores quedan desarraigados y se transforman en simples palabras sin contenido. El pesebre, en cambio, los encarna y los explica sin necesidad de discursos.

La invitación de Meloni a “hacer el pesebre” y a vivir una “revolución del pesebre” no es una consigna política, es una defensa de la verdad y de la belleza que la modernidad pretende ocultar..

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