El cardenal Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong y una de las voces más críticas frente al acuerdo sino-vaticano, publicó una respuesta a un artículo del padre Han Qingping sobre la reciente jubilación del obispo Zhang Weizhu y la consagración del obispo Li Jianlin en la diócesis de Xinxiang, un acontecimiento que algunos sectores presentan como signo de mejora en las relaciones entre la Santa Sede y el régimen chino.
Zen reconoce que el análisis inicial del padre Han describe un escenario que “sin duda debería alegrar a todos”, pero lamenta profundamente que la parte final del artículo incluya ataques personales contra quienes expresan reservas sobre el proceso.
“¿Estupidez? ¿Malicia? ¿Personalidad distorsionada?”
En su texto, el padre Han afirmaba que aquellos que cuestionaran el desarrollo de los acontecimientos, o difundieran rumores, mostrarían únicamente “estupidez”, “malicia” o una ‘personalidad distorsionada’, mencionando incluso “a cierto cardenal”. Aunque Zen evita el dramatismo, reconoce que la alusión lo toca directamente:
No admito ser una mala persona ni tener una personalidad distorsionada, pero ciertamente fui lo suficientemente estúpido como para tomármelo como algo personal
.
El cardenal aclara que no ha intervenido en el caso de Xinxiang y que su preocupación no nace de un deseo de polémica, sino del sufrimiento prolongado de tantos fieles en China continental.
Sobre el Sínodo: “No hablaba de toda la sinodalidad, sino del uso errado del documento final”
Zen acusa al padre Han de aprovechar el ataque para introducir otro tema: la crítica del cardenal al proceso sinodal. Y explica que su expresión “suicidio eclesiástico” fue malinterpretada deliberadamente.
El cardenal subraya que su advertencia no se refería al Sínodo en sí, sino al riesgo de que el Documento de Conclusión sea utilizado como base para implementar una fase de ejecución sin unificación doctrinal, permitiendo interpretaciones completamente divergentes de diócesis a diócesis:
El Secretario General y el Relator del Sínodo admiten que habrá interpretaciones muy distintas, desde el entusiasmo hasta la fuerte oposición. Si cada región actúa según su propia lectura, la Iglesia dejará de ser una Iglesia unificada
.
La comparación con el colapso anglicano
Zen advierte que adoptar un pluralismo doctrinal como el que describe conduciría a la Iglesia católica hacia un escenario similar al de la Comunión Anglicana:
La Iglesia Anglicana ha quedado reducida a un 10% de su tamaño, y el 80% restante se ha separado, formando la Conferencia Global Anglicana del Futuro, que ya no acepta al Arzobispo de Canterbury
.
El cardenal concluye que su preocupación no es personal, sino eclesial: preservar la unidad doctrinal frente a presiones internas y externas que podrían desorientar a los fieles, especialmente en lugares donde la Iglesia ya vive bajo condiciones difíciles, como China.