Un reportaje de la Cadena SER propone replantear el festivo del 8 de diciembre, presentándolo como un obstáculo laboral y apoyándose exclusivamente en activistas laicistas y feministas contrarios al dogma católico. La ausencia de voces alternativas y el enfoque empleado ponen de manifiesto un tratamiento abiertamente ideologizado de una festividad profundamente arraigada en la historia española.
La fe como “problema laboral”: el reduccionismo de la SER
La fiesta de la Inmaculada forma parte del calendario español desde hace siglos, con una presencia en la vida cultural y religiosa infinitamente anterior al Estado moderno. Sin embargo, la SER la reduce a un inconveniente “que entorpece la actividad laboral”. Esta visión utilitarista ignora por completo el valor histórico, identitario y espiritual de la celebración.
Cuando se vacía una fiesta de su contenido religioso, solo queda un día libre más o menos molesto. Pero la Inmaculada no nació para facilitar puentes ni para complicarlos. Nació del reconocimiento de un misterio esencial del cristianismo y de una tradición que arraigó de forma singular en nuestro país. Olvidar esto no es neutralidad: es despojar deliberadamente de sentido a un elemento estructural de nuestra cultura.
La selección de fuentes: del desacuerdo al activismo
El reportaje recurre exclusivamente a dos voces conocidas por su posicionamiento abiertamente contrario a la fe cristiana. No hay historiadores, no hay teólogos de referencia, no hay especialistas en tradición cultural; solo activismo ideológico.
La primera, vinculada al feminismo radical, describe la Inmaculada Concepción como un “oxímoron” y afirma que su celebración se explica por supuestas estrategias sociales destinadas a modelar el papel de la mujer en contextos laborales. La SER presenta esta interpretación como explicación válida, sin contraste con historiadores, teólogos o especialistas en antropología religiosa.
Del mismo modo, el presidente de Europa Laica, Juan Picó, sostiene que un calendario laboral influido por festividades cristianas “no tiene sentido” en una sociedad secularizada. La SER incorpora sus declaraciones para reforzar la idea de que las fiestas religiosas deberían ser sustituidas por conmemoraciones civiles o científicas. Picó cuestiona también el dogma mariano por considerarlo indemostrable y aprovecha para criticar otras celebraciones con fuerte arraigo social, como la Semana Santa. La SER recoge estas valoraciones sin ofrecer una réplica académica, jurídica o cultural que aporte contexto o matice los planteamientos.
La ausencia total de voces alternativas refuerza la impresión de que la pieza ha sido construida desde una perspectiva única y predefinida, en línea con los planteamientos laicistas más radicales.
La Inmaculada: historia, identidad y fe
España mantiene esta solemnidad no por imposición eclesial, sino porque forma parte de su alma. La devoción a la Inmaculada es un elemento reconocido en la historia militar, en la vida parroquial, en el patrimonio cultural y en la piedad popular. Desde la Batalla de Empel, pasando por la proclamación del dogma en 1854, hasta las innumerables imágenes que pueblan nuestras ciudades, la Purísima representa una expresión característica de la fe del pueblo.
Cuestionar su presencia en el calendario no es revisar una costumbre menor: es poner en duda uno de los vínculos más profundos de España con su tradición cristiana. Y hacerlo sin reconocer su relevancia histórica constituye una forma de revisionismo cultural, muy útil para ciertos sectores, pero muy dañina para el conjunto de la sociedad.
El laicismo como nueva religión civil
Cadena SER invoca la Constitución para justificar la supresión de una fiesta religiosa. Sin embargo, la aconfesionalidad del Estado no exige borrar las huellas cristianas de la nación; solo impide que el Estado se identifique jurídicamente con una confesión. Confundir neutralidad con hostilidad evidencia una visión militante: la que pretende que la fe sea relegada al ámbito privado y que lo cristiano desaparezca del espacio público.
El problema no es solo que la SER critique un festivo, es que lo hace desde un presupuesto ideológico: lo religioso sobra; lo católico molesta; lo cristiano debe ser sustituido por una identidad nueva, más maleable y más afín a la agenda cultural dominante.
Defender la verdad frente al relato
El reportaje de la Cadena SER no plantea un debate legítimo sobre el calendario laboral. Plantea algo distinto: la erosión de la memoria cristiana de España. Presenta el dogma mariano como irrelevante, oculta su peso histórico, y ofrece únicamente voces contrarias a cualquier expresión pública de la fe. No es un análisis: es una propuesta de deconstrucción cultural.
