León XIV renueva el tradicional acto de veneración a la Inmaculada en la Plaza de España

León XIV renueva el tradicional acto de veneración a la Inmaculada en la Plaza de España

En la tarde de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, el papa León XIV salió del Vaticano para presidir uno de los gestos más tradicionales de la piedad romana: el acto de veneración a la Inmaculada en la Plaza de España. A las 15:30, el Santo Padre inició su recorrido hacia el monumento mariano, como cada 8 de diciembre, en continuidad con la práctica de sus predecesores.

Una breve parada en Via Condotti

Antes de llegar al lugar del acto, el Papa realizó una breve parada ante la Iglesia de la Santísima Trinidad, donde recibió el saludo y homenaje de la Asociación de Comerciantes de Via Condotti, gesto habitual en esta jornada que une devoción y vida cotidiana de la ciudad.

Tras este momento, León XIV se dirigió a la Plaza de España para llevar a cabo el tradicional Atto di venerazione all’Immacolata, expresión pública de amor filial hacia la Madre de Dios en el corazón de Roma.

La oración del Papa: María, esperanza para una humanidad herida

Ave, oh María!

Alégrate, llena de gracia,

de aquella gracia que, como luz suave, vuelve radiantes

a quienes refleja la presencia de Dios.

El Misterio te envolvió desde el principio,

desde el seno de tu madre comenzó a hacer en ti grandes cosas,

que pronto requirieron tu consentimiento,

aquel “Sí” que inspiró muchos otros “sí”.

Inmaculada, Madre de un pueblo fiel,

tu transparencia ilumina Roma con luz eterna,

tu camino perfuma sus calles más que las flores que hoy te ofrecemos.

Muchos peregrinos del mundo entero, oh Inmaculada,

han recorrido las calles de esta ciudad

a lo largo de la historia y en este año jubilar.

Una humanidad probada, a veces aplastada,

humilde como la tierra de la que Dios la plasmó

y en la que no deja de soplar su Espíritu de vida.

Mira, oh María, a tantos hijos e hijas en los que no se ha apagado la esperanza:

haz germinar en ellos lo que tu Hijo ha sembrado,

Él, Palabra viva que en cada uno pide crecer aún más,

tomar carne, rostro y voz.

Florezca la esperanza jubilar en Roma y en cada rincón de la tierra,

esperanza en el mundo nuevo que Dios prepara

y del que tú, oh Virgen, eres como la gema y la aurora.

Después de las puertas santas, ábranse ahora otras puertas

de casas y oasis de paz en los que renazca la dignidad,

se eduque en la no violencia, se aprenda el arte de la reconciliación.

Venga el reino de Dios,

novedad que tanto esperaste y a la que abriste totalmente tu ser,

de niña, de joven mujer y de madre de la Iglesia naciente.

Inspira nuevas intuiciones a la Iglesia que camina en Roma

y a las Iglesias particulares que en cada contexto recogen

las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias

de nuestros contemporáneos, de los pobres sobre todo,

y de todos los que sufren.

Que el bautismo engendre aún hombres y mujeres santos e inmaculados,

llamados a convertirse en miembros vivos del Cuerpo de Cristo,

un Cuerpo que actúa, consuela, reconcilia y transforma

la ciudad terrenal en la que se prepara la Ciudad de Dios.

Intercede por nosotros, enfrentados a cambios

que parecen encontrarnos desprevenidos e impotentes.

Inspira sueños, visiones y valentía,

tú que sabes más que nadie que nada es imposible para Dios,

y al mismo tiempo que Dios no hace nada solo.

Ponnos en camino, con la prisa que un día movió tus pasos

hacia tu prima Isabel

y la trepidación con que te hiciste exiliada y peregrina,

para ser bendecida, sí, pero entre todas las mujeres,

primera discípula de tu Hijo,

madre del Dios con nosotros.

Ayúdanos a ser siempre Iglesia con y entre la gente,

levadura en la masa de una humanidad que invoca justicia y esperanza.

Inmaculada, mujer de infinita belleza,

cuida de esta ciudad, de esta humanidad.

Indícale Jesús, llévala a Jesús, preséntala a Jesús.

Madre, Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!

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