Monseñor Bernard Fellay, quien fue Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX) entre 1994 y 2018, concedió una extensa entrevista a Immaculata TV (Kenia) el pasado 23 de noviembre, en el contexto de una visita pastoral en la que administró el sacramento de la Confirmación a más de setenta fieles. En su intervención, abordó el significado profundo de la Confirmación, la situación espiritual del mundo, el futuro de la FSSPX en África y la reciente polémica en torno al documento del Vaticano Mater Populi Fidelis.
Un documento que “rebaja” el papel de la Virgen
Fellay calificó el documento con palabras poco habituales en el lenguaje eclesial. A su juicio, el texto no solo adolece de pobreza doctrinal, sino que resulta ofensivo para la figura de la Madre de Dios. Llegó a afirmar que es un documento “lastimoso” e incluso “un insulto a Dios y a Su Madre”, mostrando su preocupación por una tendencia que, según él, minimiza de forma injustificada el papel de María en la historia de la salvación.
El obispo explicó que la objeción del Vaticano a estos títulos responde, más que a una reflexión teológica seria, a una voluntad ecuménica mal entendida. Señaló que en algunos ambientes eclesiales se repite la consigna de que “solo Jesús basta”, una fórmula que, observó Fellay, coincide con el planteamiento protestante. Para él, esta lógica lleva inevitablemente a disminuir a la Virgen y a romper con la comprensión católica tradicional de la cooperación humana con la gracia.
“Desde el Concilio existe un espíritu protestante en la Iglesia. Por eso se repite: ‘solo Jesús’. Pero la Iglesia siempre ha enseñado que la Virgen tiene un papel esencial en la salvación”.
Una tradición teológica sólida que no puede ignorarse
Lejos de tratarse de una piedad secundaria o un mero desarrollo devocional, Fellay recordó que los títulos de Corredentora y Mediadora han sido mencionados por numerosos Papas y teólogos desde finales del siglo XIX. Aunque nunca fueron definidos como dogma, sí forman parte de una corriente continua del magisterio ordinario.
El prelado subrayó que la cooperación de María en la Redención aparece ya insinuada en el mismo Génesis, cuando Dios anuncia que la Mujer aplastará la cabeza de la serpiente. Desde este punto de partida, explicó, se comprende que la Virgen participa de un modo singular en la obra de Cristo, no como rival, sino como instrumento querido por Dios.
“Dios quiere que sus criaturas cooperen con Él. No excluye la libertad humana: la perfecciona. Y la salvación es el fruto más grande de esa cooperación”.
Según Fellay, el rechazo contemporáneo a estos títulos no nace de una reflexión bíblica más profunda, sino de una incomodidad doctrinal derivada del deseo de no ofender a otras confesiones cristianas. Este planteamiento, afirmó, acaba desfigurando la tradición católica.
“Seguiremos empleando estos títulos”: reafirmación frente a la confusión
Pese a la postura oficial, Fellay afirmó que la Fraternidad Sacerdotal San Pío X no modificará su enseñanza mariana. Considera que los títulos de Mediadora y Corredentora son no solo legítimos, sino especialmente necesarios en un tiempo de crisis eclesial. La claridad doctrinal, insistió, no puede sacrificarse en nombre de estrategias pastorales que llevan décadas sin dar fruto.
“Son títulos más oportunos que nunca. La Iglesia no se edifica con ambigüedades, sino con verdades claras”.
Fellay dio a entender que renunciar a estas expresiones debilita la catequesis y priva a los fieles de una comprensión más rica de la misión espiritual de María.
La devoción mariana, clave para orientar a los fieles
En la misma línea, el obispo destacó que la respuesta pastoral ante la confusión doctrinal no consiste en “rebajar” la mariología, sino en fortalecerla. Recordó el mensaje de la Medalla Milagrosa, donde la Virgen enseñó que muchas gracias no llegan a los fieles simplemente porque no se piden. Fellay parafraseó esta enseñanza para subrayar que la solución para la crisis no está en hablar menos de la Virgen, sino en acudir más a ella.
“La relación con la Virgen debe ser como la de un niño con su madre. Dios quiere esta devoción; seguirla es seguir Su voluntad”.
Un síntoma de la crisis posconciliar
Para Fellay, Mater Populi Fidelis no es un fenómeno aislado, sino un capítulo más dentro de un proceso de debilitamiento doctrinal que, según él, ha afectado a la Iglesia desde el Concilio Vaticano II. Señaló que muchas realidades eclesiales han sufrido un deterioro alarmante: la fe, las vocaciones, la influencia moral de la Iglesia en el mundo. En ese contexto, ve en el documento mariano un paso más en la renuncia a la identidad católica tradicional.
El obispo lamentó que, en vez de reafirmar la doctrina, buena parte de la Iglesia opte por estrategias ecuménicas que, en su opinión, han mostrado su esterilidad pastoral.
Una llamada a defender sin timidez la doctrina mariana
La entrevista concluye con un llamamiento firme a no ceder en la defensa de la tradición. Para Fellay, la Iglesia no puede renunciar a la riqueza de su mariología sin perder una parte esencial de su identidad. En esa línea, afirmó que la Fraternidad continuará enseñando lo que siempre enseñó la Iglesia, independientemente de los vientos doctrinales del momento.
“Intentar poner sombra sobre la Virgen es ir contra la voluntad de Dios. La Iglesia ya ha hablado: nosotros continuaremos”.
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