Como historia de Misión imposible, con la adrenalina del momento y habiendo perdido la comunicación con el dirigente de la operación, sin saber que había otro equipo actuando en paralelo, el sacerdote estadounidense conocido como Padre Peregrino publicó un relato detallado sobre su participación directa en el episodio de la Pachamama ocurrido en Roma durante el Sínodo de la Amazonía en octubre de 2019. En su texto —breve pero anecdótico— asegura que sus propias manos “agarraron la idolatría” mientras intentaba sacar una de las figuras de la iglesia de Santa María en Traspontina, donde habían sido colocadas diversas imágenes que —según recuerda— personal del Vaticano reconoció después ante Catholic News Agency que no representaban a la Virgen María.
Según el sacerdote, su intención original era colaborar con el autor y analista Dr. Taylor Marshall para retirar y arrojar al río Tíber los ídolos paganos introducidos en templos católicos. Marshall, sin embargo, canceló su participación a última hora, lo que provocó un desencuentro entre ambos que —explica— fue resuelto años después.
Dos operaciones paralelas sin contacto entre sí
El Padre Peregrino relata que, debido a la ruptura temporal de comunicación con Marshall, desconocía que éste había enviado al activista Alexander Tschugguel a la misma iglesia horas antes, la madrugada del 21 de octubre de 2019, para ejecutar la retirada de varias estatuas —hecho que resultó con los ídolos arrojados al Tíber—. Mientras tanto, el sacerdote viajó igualmente a Roma acompañado de un joven estadounidense y un laico inglés.
A las 9:00 de la mañana, los tres ingresaron en la iglesia utilizando chalecos de obra para intentar pasar desapercibidos. Sin embargo, la zona estaba ya en “alerta máxima”, relata, y fueron sorprendidos cuando intentaban salir del templo con varias imágenes en la mano. “No sabíamos que caminábamos hacia una situación de alta seguridad”, reconoce.
El grupo llevaba cámaras corporales con las que esperaba documentar la acción completa; sin embargo, apenas lograron avanzar antes de ser interceptados por el personal del lugar.
“Tuvimos que elegir entre provocar violencia o entregar las imágenes”
El sacerdote afirma que, una vez detenidos en la salida de la iglesia, tenían solo dos opciones: empujar y correr, arriesgándose a que se les acusara de violencia, o entregar las figuras sin resistencia. Eligieron la segunda alternativa para evitar —dice— que se señalara a los católicos como personas agresivas. “Quizá deberíamos haber hecho lo contrario”, reflexiona en retrospectiva.
Tras entregar las imágenes, lograron escapar por una puerta trasera donde un coche de apoyo los esperaba para huir. Minutos después, en una cafetería, se enteraron de que Tschugguel había realizado su operación con éxito tres horas antes, destruyendo varias de las figuras.
El sacerdote afirma que comprendió entonces por qué, según Marshall, “habría sido el final” de su ministerio si él hubiera ejecutado la acción: un sacerdote se enfrentaría a consecuencias mucho mayores que un laico.
Por qué publica la grabación seis años después
El Padre Peregrino asegura que decide hacer pública ahora la grabación —que permaneció seis años como video no listado— porque “una parte había olvidado que esto ocurrió” y otra parte “no se sentía segura de publicarlo mientras cierta persona seguía viva” —haciendo referencia a Francisco—.
Reconoce que la grabación es “más embarazosa que gloriosa”, pero considera necesario mostrar que, frente a la presencia de imágenes paganas en templos católicos, él y otros intentaron actuar.
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