En una intervención en el Rome Life Forum el 4 de diciembre de 2025, recogida por LifeSite, el obispo suizo Marian Eleganti advirtió que la llamada “fraternidad universal” no puede desvincularse de Jesucristo sin caer en un relativismo religioso que vacía el Evangelio de su contenido. Frente a la idea de que todas las religiones serían igualmente caminos hacia Dios, el prelado recordó que la única mediación salvadora es la de Cristo y que la misión de la Iglesia no puede diluirse en un simple diálogo interreligioso sin verdad.
De Asís al “espíritu de Asís”: riesgo de sincretismo
Mons. Eleganti repasó el origen y desarrollo de los encuentros interreligiosos de Asís impulsados por san Juan Pablo II a partir de 1986, recordando que ya desde el inicio hubo en la Curia y entre obispos reservas sobre el peligro de “herejía del sincretismo” y de dar la impresión de que todas las religiones se sitúan en el mismo plano.
Según el texto difundido por LifeSite, el obispo cita tanto las aclaraciones de Juan Pablo II —que quiso evitar una “oración universal común”— como las preocupaciones de entonces cardenal Ratzinger y las advertencias posteriores de Benedicto XVI, que intentó cerrar el paso a interpretaciones relativistas recordando la enseñanza de la declaración Dominus Iesus.
Eleganti subraya el peso de las imágenes mediáticas: para muchos fieles poco formados, ver juntos a líderes de distintas religiones rezando por la paz puede alimentar la idea de que “una religión vale tanto como otra” y que Jesucristo sería sólo uno más entre varios mediadores. En este sentido, habla del llamado “espíritu de Asís” como una etiqueta vaga que, en la práctica, ha servido a algunos para justificar tendencias relativistas dentro de la Iglesia.
Crítica directa a las palabras de Francisco en Singapur y a la Declaración de Abu Dabi
El obispo da un paso más y critica de forma abierta ciertas afirmaciones del papa Francisco. En particular, califica de “objetivamente escandalosas” sus palabras en el Catholic Junior College de Singapur, en septiembre de 2024, cuando el Papa dijo a jóvenes que “todas las religiones son un camino hacia Dios” y las comparó con “diferentes lenguajes” para llegar al mismo Dios, insistiendo en que “Dios es Dios para todos” y que todos seríamos “hijos de Dios” por naturaleza.
Para Eleganti, esa visión contradice la fe católica, pues diluye la unicidad de Cristo como único camino al Padre y transforma la misión en simple acompañamiento sin conversión. A su juicio, es una forma de pluralismo religioso que considera ofensivo hablar de una religión “verdadera” frente a otras, y que rechaza la idea de que el cristianismo deba anunciar la verdad de Cristo a todos los pueblos.
En la misma línea, critica con dureza la Declaración de Abu Dabi, especialmente el pasaje que afirma que el pluralismo de religiones formaría parte de la “sabia voluntad divina”. Eleganti sostiene que es imposible atribuir a Dios, como voluntad positiva, religiones que niegan la divinidad de Cristo o la Trinidad, y señala en particular al islam como religión estructuralmente opuesta al cristianismo, tanto en la teoría como en la práctica histórica. Califica de “falsa” la afirmación de que “las religiones nunca incitan a la guerra ni al odio”, recordando que los textos fundacionales y la historia de algunas religiones contradicen abiertamente esta formulación.
Misión, diálogo y verdad: contra la renuncia práctica al mandato misionero
En su conferencia, Eleganti denuncia que, desde hace décadas, en muchos ambientes se ha sustituido el concepto de misión por el de “diálogo”, “colaboración” o “aprendizaje intercultural”, de modo que ya no se considera aceptable intentar convencer a otros de la verdad de Cristo. Según el texto publicado por LifeSite, el obispo ve en esto una concesión a una cultura que detesta las pretensiones de verdad y considera ofensivo afirmar que Jesucristo es el único Salvador.
El prelado recuerda que el mandato de Cristo de “hacer discípulos a todos los pueblos” sigue vigente y no puede ser abandonado sin dejar de ser verdaderamente católicos. Predicar ya no significa —advierte— hacer activismo sociopolítico por causas genéricas (clima, migraciones, etc.), sino anunciar a Jesucristo muerto y resucitado, único Camino, Verdad y Vida.
A su juicio, el “diálogo” entendido como relativismo, en el que ninguna parte puede sostener una verdad superior a la otra, termina siendo inútil, porque renuncia de antemano a buscar la verdad. Eleganti recuerda que para la Iglesia el diálogo va unido al testimonio y a la proclamación, y que la conversión la produce Dios, no la retórica humana.
Hijos de Dios por la fe y el bautismo, no por mera naturaleza
En la parte final del discurso, el obispo suizo insiste en un punto clave: no todos los hombres son “hijos de Dios” en el sentido cristiano por el mero hecho de existir, sino que lo son quienes acogen a Cristo por la fe y el bautismo. Cita el prólogo del Evangelio de san Juan: a los que creen en Él “les dio poder de llegar a ser hijos de Dios, que no nacen de la carne ni de la sangre, sino de Dios”.
Por eso, advierte contra los proyectos de “fraternidad universal” que prescinden de Cristo y reducen la fe a una ética humanitaria o a una especie de “Reino de Dios secularizado” basado sólo en la tolerancia y el consenso político. Una fraternidad así, afirma, no es cristiana, porque exige ocultar o rebajar la mediación única de Jesucristo para poder ser firmada por todos.
Eleganti concluye que sólo en Cristo, Luz verdadera que viene al mundo, se funda la auténtica fraternidad entre los hombres, y que cualquier modelo de unidad humana que reemplace o relativice esta verdad termina siendo una construcción ideológica más, sostenida sobre fragmentos amputados del Evangelio.
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