La capital iraní inauguró el pasado sábado 29 de noviembre la estación de metro Santa María, un espacio que combina arquitectura tradicional persa y referencias espirituales para ofrecer un entorno que busca unir a la comunidad en una de las zonas más transitadas de Teherán.
Ubicada en una intersección clave de la ciudad, la nueva estación no solo alivia el tráfico de pasajeros, sino que se ha convertido, incluso antes de su apertura, en un punto de referencia por su carga simbólica: un lugar donde confluyen identidad cultural, diálogo interreligioso y presencia mediática.
La arquitectura del recinto incorpora elementos característicos del arte iraní, integrando tonos y detalles decorativos que evocan la identidad visual de los cristianos en el país. El espacio se presenta cálido y acogedor, diseñado para invitar al viajero a contemplar el entorno y a reconocer la riqueza cultural de la ciudad.
Los elementos ornamentales incluyen paneles cerámicos y metálicos con versículos coránicos, junto con esculturas de temática religiosa, buscando expresar la dimensión espiritual que el proyecto pretende transmitir. La estación se plantea así como un espacio donde el transporte público convive con la memoria colectiva y la identidad cultural.
En términos prácticos, las autoridades estiman que entre 35.000 y 70.000 pasajeros utilizarán la estación diariamente durante sus primeras semanas. Santa María se presenta como un lugar donde lo cotidiano se encuentra con lo emblemático, ofreciendo a los ciudadanos una experiencia más humana del transporte urbano y un recordatorio de la historia compartida que une a las distintas comunidades presentes en Teherán.
Lo que Occidente no se atreve a hacer
Mientras tanto, en numerosos países occidentales, históricamente cristianos, la presencia de símbolos religiosos en espacios públicos se elimina o se oculta por presiones ideológicas, por miedo a la polémica o por un laicismo militante que busca borrar todo rastro de la fe que dio forma a su identidad cultural. El contraste es inevitable: lo que en Europa o América sería un signo de «imposición» por parte de la religión —una gran estación de metro llamada “Santa María”, con arte religioso y referencias espirituales— se vuelve posible en un país islámico.
¿cómo es posible que en un contexto donde el cristianismo es minoritario y a menudo perseguido se muestre una reverencia pública hacia la Virgen, mientras que en sociedades de raíz cristiana esa misma presencia se considera inaceptable? La estación Santa María, más allá de sus aspectos prácticos o arquitectónicos, deja en evidencia una realidad cultural: incluso bajo restricciones, algunos reconocen la figura de María como puente de unidad, mientras que en Occidente muchos renuncian a ella por temor a ofender.
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