El reciente informe financiero de la Santa Sede, que presenta un superávit de 1,6 millones de euros y una reducción significativa del déficit estructural, ha sido recibido con evidente satisfacción en algunos sectores. Sin embargo, esta lectura optimista contrasta con la reacción dentro del propio Vaticano. La Associazione Dipendenti Laici Vaticani (ADLV) publicó un comunicado en el que asegura que muchos trabajadores acogieron la noticia “con escepticismo y mayor incertidumbre sobre su futuro”. Para la asociación, lo que se presenta como un giro histórico en las cuentas no es fruto de una recuperación real, sino de factores excepcionales que no pueden considerarse un indicador fiable de estabilidad.
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Transparencia insuficiente y documentos incompletos
La ADLV subraya que el Vaticano sigue sin publicar un presupuesto completo y detallado, con documentación certificada que permita evaluar la situación de fondo. En su lugar, se ofrecen presentaciones resumidas que no sustituyen un balance íntegro. Según los empleados, esta opacidad impide valorar con rigor los supuestos avances y cuesta creer en una mejoría sólida mientras no exista una transparencia efectiva. El superávit, afirman, no puede celebrarse cuando no se han mostrado los datos esenciales que lo sustentan.
Un superávit apoyado en donaciones y plusvalías excepcionales
El comunicado insiste en que los resultados positivos no son consecuencia de decisiones estructurales ni de una gestión más eficiente, sino del incremento de donaciones externas y de plusvalías obtenidas gracias a un comportamiento excepcionalmente favorable de los mercados financieros. La mejora, por tanto, se explica más por circunstancias ajenas al Vaticano que por una reforma interna real. Aunque las cifras oficiales muestran un avance, la ADLV advierte que nada indica que esta tendencia se mantenga y recuerda que el problema de fondo sigue intacto.
Condiciones laborales estancadas y preocupación por las pensiones
Mientras se difunden cifras alentadoras, los empleados siguen afrontando salarios congelados desde 2008, la falta de restitución del bienio salarial recortado y una pérdida constante de poder adquisitivo. A esto se suma la preocupación por el fondo de pensiones, cuya situación real continúa sin declararse de manera transparente. La asociación denuncia que, pese al aumento del presupuesto destinado al personal, la mayoría de los trabajadores no ha experimentado mejora alguna. La sensación, tanto según la ADLV como según análisis independientes como el de The Pillar, es que el aumento del gasto beneficia sobre todo a niveles directivos y no al conjunto del personal.
Una estructura laboral que necesita una revisión profunda
La asociación recuerda que el nuevo Reglamento General de la Curia Romana exige revisar periódicamente las plantillas, funciones y procesos de selección. Esa revisión, según los empleados, permitiría corregir desigualdades, mejorar la distribución del trabajo y asegurar un trato justo. Para la ADLV, esta reforma no solo es necesaria, sino urgente, pues la eficiencia y la equidad no se alcanzarán mientras persista una estructura rígida, desigual y poco transparente.
Un llamamiento a ser escuchados
El comunicado concluye con una petición clara: el Vaticano debe escuchar a quienes sostienen cada día el funcionamiento de la Curia. La ADLV se ofrece a colaborar de forma constructiva y gratuita, pero reclama ser tenida en cuenta en las decisiones que afectan directamente al personal. En su opinión, el superávit anunciado no puede convertirse en triunfalismo cuando la realidad interna sigue siendo precaria. La Iglesia, afirman, debe aplicar dentro de sus muros los mismos principios de justicia, transparencia y dignidad laboral que proclama ante el mundo.
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