Superior General de la FSSPX sobre Mater Populi fidelis: “Un golpe a la Tradición y un agravio a la Santísima Virgen”

Superior General de la FSSPX sobre Mater Populi fidelis: “Un golpe a la Tradición y un agravio a la Santísima Virgen”

La publicación de Mater Populi fidelis por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha encontrado una de sus réplicas más firmes en la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Su Superior General, don Davide Pagliarani, confiesa que el texto le produjo “un gran impacto”. Según relata, su primera reacción fue ofrecer una misa de reparación ante lo que considera un nuevo ataque, no solo contra la enseñanza tradicional de la Iglesia, sino contra la misma Santísima Virgen María.

Pagliarani lamenta que el documento no se limite a desaconsejar los títulos marianos tradicionalmente empleados —como Corredentora o Mediadora de todas las gracias—, sino que altere su significado hasta vaciarlos de contenido. Esa desnaturalización, explica, equivale a destronar a la Virgen del lugar único que ocupa en la economía de la salvación.

El magisterio tradicional ignorado

El Superior General recuerda la claridad con que san Pío X expuso estas doctrinas en la encíclica Ad diem illum, donde el Papa describe la cooperación singular de María en la obra redentora de Cristo y su papel como mediadora. Llama la atención —dice— que la nota del Dicasterio apenas mencione este texto, sin citarlo, como si su magisterio resultara incómodo o incompatible con las categorías teológicas actuales.

Para Pagliarani, negar explícitamente estos títulos implica desconocer la evolución homogénea del dogma y la “conclusión teológica común” sostenida durante siglos por santos, doctores y pontífices.

El trasfondo ecuménico y la nueva noción de Redención

El Superior General identifica dos causas principales detrás de este giro doctrinal.

Por un lado, el ecumenismo. La corredención y la mediación universal son inaceptables para la teología protestante, y su exclusión ya se produjo en el Concilio Vaticano II. Según Pagliarani, la voluntad de no ofender al mundo reformado ha terminado por empobrecer la fe católica: lo que no se proclama con claridad acaba debilitándose y perdiéndose.

La segunda razón es más profunda: el concepto mismo de Redención está siendo alterado. Se habla cada vez menos de sacrificio expiatorio, de satisfacción ofrecida a la justicia divina o de reparación. Cristo no sería ya el Redentor que satisface por los pecados del mundo, sino la expresión de un amor incondicional que perdona sin exigir conversión. Esta revisión doctrinal —advierte Pagliarani— imposibilita comprender la unión singular de la Virgen con la obra redentora de su Hijo.

“Una paranoia espiritual” hacia la piedad mariana

El documento repite constantemente que María no compite con Cristo ni resta nada a su mediación única. Para Pagliarani, esta insistencia revela una desconfianza injustificada hacia la piedad mariana. Lo califica incluso como una “paranoia espiritual”, porque ningún fiel instruido corre el riesgo de colocar a la Virgen por encima de su Hijo. La devoción mariana, bien fundada, siempre conduce al misterio de Cristo y nunca lo suplanta.

Consecuencias pastorales devastadoras

Pagliarani advierte del impacto pastoral que tendrá este texto. En un tiempo de confusión doctrinal y crisis moral, la figura de la Santísima Virgen debería presentarse como auxilio y refugio, especialmente para los fieles más necesitados. Sin embargo, el Dicasterio opta por advertir contra los títulos que durante siglos han alimentado la vida interior de los católicos sencillos.

Considera que esta decisión empobrecerá la vida espiritual y privará a muchas almas de un sostén que la Iglesia nunca debió permitir que se debilitara.

La contradicción con la apertura interreligiosa

El Superior General lamenta también la contradicción de fondo: mientras se restringe la doctrina mariana para evitar equívocos, Roma celebra con entusiasmo el aniversario de Nostra Aetate, documento que abrió la puerta al diálogo interreligioso contemporáneo. Según Pagliarani, ese diálogo ha dado lugar a “las reuniones interreligiosas más lamentables”, en abierta contradicción con la misión de la Iglesia de anunciar que Cristo es el único Mediador y Salvador.

Recuerda otro título tradicional hoy olvidado: el de María como “la que ha aplastado todas las herejías”. No se trata de una metáfora, subraya, sino de una realidad teológica profunda. María custodia la verdad porque es Madre de Aquel que dijo: “Yo soy la Verdad”. Allí donde se debilita la devoción mariana, la fe corre el riesgo de diluirse.

Una oración para estos tiempos

La entrevista concluye con una oración tomada de la liturgia, que el Superior General considera especialmente necesaria hoy:

«Dignare me laudare te, Virgo sacrata. Da mihi virtutem contra hostes tuos.»
Permíteme alabarte, Virgen sagrada. Dame fuerza contra tus enemigos.

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