Durante la Asamblea General de los obispos de Estados Unidos (USCCB), monseñor Joseph Strickland intervino para expresar su preocupación por recientes celebraciones sacramentales difundidas en redes sociales, en las que un sacerdote jesuita y un grupo de clérigos aparecen confirmando a un hombre que vive públicamente en pareja con otro hombre. Strickland pidió que la Conferencia Episcopal aborde el asunto por tratarse de un problema doctrinal que, a su juicio, no puede ignorarse.
Una intervención “fuera de agenda”, pero necesaria
Monseñor Strickland tomó la palabra reconociendo que su comentario no formaba parte del orden del día:
«Admito que esto se desvía del tema en cierto modo, pero ya que estamos hablando de doctrina, no sé cuántos de nosotros hemos visto en las redes sociales a sacerdotes y otras personas reunidos celebrando la confirmación de un hombre que vive abiertamente con otro hombre, y es algo que debemos abordar.
El padre James Martin, una vez más, publicó unas fotos estupendas de todos ellos sonriendo. Aquí estamos hablando de doctrina. Simplemente pensé que tenía que plantear esta cuestión. Sé que no forma parte de ninguna agenda, pero esta asamblea se ha reunido y debemos abordarlo. Gracias».
Acto seguido, toda la asamblea quedó en silencio y se continuó con el siguiente tema en la lista.
Doctrina, sacramentos y escándalo
Ciertamente, el silencio sobre el asunto —y el hecho de que no figurara en la agenda— deja entrever una actitud preocupantemente pasiva dentro de la Iglesia en Estados Unidos. Que solo uno de 440 miembros de la USCCB haya considerado necesario mencionar un episodio que contradice de forma abierta la enseñanza moral católica sobre la vida sexual y sobre el estado de gracia requerido para recibir los sacramentos, deja mucho que pensar.
Strickland advirtió del peligro de presentar la Confirmación —sacramento destinado a fortalecer la vida cristiana— como un gesto de aprobación pública de situaciones objetivamente contrarias al Evangelio. Recordó, además, que la misión de los pastores no es convalidar conductas incompatibles con la doctrina moral, sino guiar a la conversión, a la verdad y a la fidelidad al magisterio perenne de la Iglesia.