León XIV llama a renovar la unidad de los cristianos en Europa y reafirma que “Jesucristo es nuestra esperanza”

León XIV llama a renovar la unidad de los cristianos en Europa y reafirma que “Jesucristo es nuestra esperanza”

León XIV dirigió este jueves un discurso a los miembros del Comité Mixto del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) y de la Conferencia de Iglesias Europeas (CEC), reunidos en el Vaticano con motivo de la firma de la nueva Charta Oecumenica —carta ecuménica—, documento que actualiza los compromisos ecuménicos asumidos hace veinticinco años. El encuentro se celebró en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico.

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El Pontífice abrió su intervención con palabras del apóstol san Pablo: “Gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro Señor” (1 Tim 1,2). Con ese saludo, dio la bienvenida a los participantes, recordando que la nueva Carta Ecuménica tiene lugar cerca de donde san Pablo derramó su sangre por Cristo, como signo de comunión en la fe.

Un llamado a discernir juntos los desafíos del presente

El Papa señaló que los desafíos que enfrentan los cristianos en Europa “están en constante evolución”, y subrayó la necesidad de mirar la historia reciente desde la perspectiva del Evangelio. Recordó que, a pesar de los signos de crecimiento y colaboración entre las comunidades cristianas, muchas de ellas se sienten cada vez más como minoría en el continente. En ese contexto, destacó la urgencia de promover el diálogo, la concordia y la fraternidad “en medio del estruendo de la violencia y la guerra”.

“Solo la gracia, la misericordia y la paz del Señor —dijo— nos mostrarán la forma más convincente de anunciar a Cristo en los contextos más difíciles.” El Papa invitó a “acoger las nuevas voces” que surgen en las comunidades cristianas, especialmente entre las generaciones jóvenes y los pueblos que llegan a Europa con distintas tradiciones culturales y religiosas.

La sinodalidad al servicio del ecumenismo

León XIV explicó que el camino sinodal de la Iglesia católica “es también un camino ecuménico”, y que el ecumenismo, a su vez, tiene una dimensión sinodal. Citando el documento final del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad, recordó que la escucha y el discernimiento compartido son fundamentales para anunciar el Evangelio con mayor eficacia. “El nuevo texto de la Carta Ecuménica—dijo— subraya este camino común entre cristianos de diversas tradiciones en Europa, capaces de escucharse mutuamente para proclamar a Cristo juntos.”

El Pontífice celebró que el proceso de revisión de la Carta haya permitido establecer una visión compartida sobre los desafíos actuales, manteniendo “una fe firme en la relevancia siempre viva del Evangelio”. Definió este trabajo conjunto como “un esfuerzo sinodal de caminar juntos”.

“Jesucristo es nuestra esperanza”

León XIV anunció también su intención de viajar próximamente al lugar donde se celebró el Concilio de Nicea, para orar con los jefes de Iglesias y líderes de comunidades cristianas. En el contexto del próximo Año Jubilar, reiteró su deseo de proclamar a todos los pueblos de Europa que “Jesucristo es nuestra esperanza”, porque Él “es el camino que debemos seguir y el destino último de nuestro viaje espiritual”.

El Papa concluyó su discurso alentando a los representantes de las Iglesias cristianas de Europa a continuar trabajando por la unidad visible de los cristianos, y les impartió su bendición: “Con estos pensamientos y sentimientos, renuevo mis mejores deseos y les doy mi bendición de corazón”.

Dejamos a continuación el mensaje completo de León XIV al Comité Mixto CCEE–CEC:

Queridos hermanos y hermanas: “Gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro Señor” (1 Tim 1,2). Con estas palabras del apóstol Pablo les doy la bienvenida a todos ustedes, miembros del Comité Mixto del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa y de la Conferencia de Iglesias Europeas. Doy gracias por su presencia en Roma, tan cerca del lugar donde el apóstol Pablo derramó su sangre por Cristo, y por la ocasión que los reúne: la firma de la nueva Charta Oecumenica, que actualiza el compromiso asumido hace veinticinco años para caminar juntos como testigos de Cristo en Europa.

Los desafíos que enfrentamos hoy son numerosos y cambiantes. Las comunidades cristianas del continente viven un tiempo en el que los signos de colaboración y de crecimiento espiritual se alternan con la sensación de ser minoría. Pero precisamente en este contexto el Señor nos llama a mantener viva la esperanza y a ofrecer su misericordia a un mundo que tiene sed de paz. Solo la gracia, la misericordia y la paz de Dios pueden mostrarnos cómo anunciar el Evangelio de forma convincente en tiempos de violencia, desigualdad y crisis. Necesitamos escucharnos unos a otros, discernir juntos, aprender de la experiencia de los jóvenes y acoger las nuevas voces que llegan con quienes se establecen en Europa desde tierras lejanas.Todos ellos son parte de la historia de salvación que el Señor continúa escribiendo en nuestro tiempo.

El camino sinodal que la Iglesia católica está recorriendo es también un camino ecuménico. Del mismo modo, el ecumenismo tiene una dimensión sinodal. En el diálogo sincero, en la escucha mutua y en el discernimiento comunitario encontramos la guía del Espíritu Santo para que el anuncio de Cristo sea más creíble.

El nuevo texto de la Charta Oecumenica refleja este mismo espíritu: es fruto de un discernimiento compartido, de un caminar juntos en fidelidad al Evangelio. Agradezco a todos los que han trabajado en la actualización de este documento. Su esfuerzo muestra que aún en medio de las diferencias, la fe en Cristo y el deseo de servir al bien común nos permiten hablar con una sola voz.

Que este trabajo dé fruto en nuevas formas de cooperación, de oración y de testimonio cristiano en la sociedad europea. En vista del próximo Año Jubilar, deseo renovar con ustedes el compromiso de proclamar que “Jesucristo es nuestra esperanza”. Él es el camino, la verdad y la vida; el destino al que todos somos llamados. Pienso especialmente en mi deseo de viajar a Nicea, lugar del primer Concilio Ecuménico, para orar con los responsables de las Iglesias y comunidades cristianas. Allí, donde se proclamó que Cristo es “Dios verdadero de Dios verdadero”, pediré con ustedes la gracia de la unidad plena entre los discípulos del Señor.

Con estos pensamientos y sentimientos, renuevo mis mejores deseos y les imparto de corazón mi bendición.

LEO PP. XIV

Ciudad del Vaticano, 6 de noviembre de 2025

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