El cardenal Kevin Farrell, el hombre clave en las finanzas del Vaticano

El cardenal Kevin Farrell, el hombre clave en las finanzas del Vaticano
Desde los pontificados de Benedicto XVI y Francisco, y ahora bajo León XIV, la Santa Sede ha intentado sin éxito consolidar una reforma financiera real. Los tres papas han hablado de transparencia, control del gasto y rendición de cuentas, pero las resistencias internas han frenado los cambios.

Como recuerda Catholic Culture, muchos en Roma ironizan diciendo que “los papas vienen y van, pero la Curia permanece”. El término “Estado profundo”, tomado de la política estadounidense, sirve para describir a esa red de funcionarios y cardenales que mantienen el control institucional más allá de los pontificados.

Farrell, el hombre del sistema

En el centro de esa estructura se encuentra el cardenal Kevin Farrell, irlandés con larga experiencia en Estados Unidos, trasladado a Roma por el Papa Francisco en 2016. Fue nombrado prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, y más tarde Camarlengo, responsable de los asuntos materiales del Vaticano durante la sede vacante.

Pero, como detalla The Pillar, sus cargos visibles son solo la punta del iceberg. En los últimos años Farrell ha sido colocado al frente de una red de organismos que le otorgan un control sin precedentes sobre las inversiones y finanzas del Vaticano:

  • Presidente de la Comisión para los Asuntos Reservados (2020), encargada de operaciones económicas exentas de supervisión civil.
  • Miembro del consejo de la APSA, la administración patrimonial de la Santa Sede.
  • Presidente del Comité de Inversiones (2022), que debía velar por la ética de las inversiones, pero que —según fuentes internas— se transformó en un órgano de poder ejecutivo.
  • Director único del Fondo de Pensiones del Vaticano (2024), tras la disolución de su consejo directivo.

Según documentos internos citados por The Pillar, la liquidez del fondo cayó un 87 % entre 2022 y 2023, mientras el comité de Farrell ordenaba vender activos y reinvertir en fondos externos de su elección.

La sombra del “Estado profundo”

Para Catholic Culture, el caso Farrell ilustra cómo la Curia tiende a absorber cualquier reforma que amenace sus equilibrios. El artículo afirma que Farrell es “el guardián ideal del statu quo burocrático”, alguien que “no advierte indiscreciones ni denuncia irregularidades”, y que protege los intereses de los organismos permanentes frente a los impulsos reformadores.

Incluso el Papa León XIV, que ha prometido austeridad y eficiencia, ha mantenido intacta la estructura heredada de Francisco hasta ahora, confirmando a los mismos prefectos y asesores “donec aliter provideatur”. Esta continuidad, advierten los analistas, podría significar que el poder real permanece en manos del mismo entramado curial que domina el aparato vaticano desde hace décadas.

Un dilema para el nuevo pontificado

Con casi ochenta años, Farrell se acerca al retiro obligatorio, y León XIV deberá decidir si mantiene el modelo centralizado heredado o si abre paso a una nueva generación de gestores eclesiales. Sin embargo, el peso político y económico que el cardenal ha acumulado convierte su sucesión en un asunto delicado.

Ambas publicaciones coinciden en que la reforma de la Curia no se juega en los discursos, sino en el control de los flujos financieros. Mientras ese poder siga concentrado en un reducido grupo de cardenales y funcionarios que trascienden los pontificados, el Vaticano seguirá enfrentando su propio “Estado profundo”: una maquinaria experta en sobrevivir, adaptarse y conservar el mando.

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