León XIV se reunió este viernes 31 de octubre de 2025 con los miembros del International Youth Advisory Body (IYAB), organismo vinculado al Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. El encuentro, celebrado en la Sala de los Papas del Vaticano, estuvo centrado en tres ejes fundamentales del pontificado: participación, sinodalidad y misión.
El Santo Padre agradeció a los jóvenes su compromiso en estos días de trabajo y discernimiento, reconociendo su aporte en la reflexión sobre el papel de las nuevas generaciones dentro de la Iglesia. “Han sido invitados a formar parte del Consejo para ofrecer la perspectiva de los jóvenes sobre cuestiones que están en el corazón de la misión de la Iglesia”, afirmó el Pontífice.
“La participación nace del corazón de Cristo”
En su discurso, León XIV subrayó que la participación eclesial no se basa en ideologías ni en estructuras de poder, sino en la cercanía con el corazón de Cristo: “La auténtica participación eclesial nace de estar cerca del Corazón de Cristo. Su origen es espiritual, no ideológico ni político”.
El Papa recordó que Jesús, antes de su Pasión, rezó por la unidad de todos los creyentes (cf. Jn 17, 20-21), y explicó que la verdadera comunión se construye en la oración, los sacramentos y el servicio. “Los que son amigos de Jesús comienzan a sentir lo que Él siente. Nada les resulta ajeno ni nadie les es indiferente”, afirmó.
Sinodalidad: caminar juntos escuchando al Espíritu
El segundo punto del discurso fue la sinodalidad, que el Papa definió como “una forma de vivir la comunión de la Iglesia”, inspirada en la Trinidad. “La Iglesia sinodal es comunión de personas que caminan juntas, enriqueciendo unas a otras con sus dones y compartiendo sus carismas”.
El Pontífice invitó a los jóvenes a ser protagonistas activos en esta experiencia de escucha y discernimiento. “Queremos oír lo que el Espíritu Santo dice a los jóvenes, acoger sus carismas, sus sensibilidades y sus dones”, afirmó. Además, los animó a no aislarse en experiencias virtuales o superficiales, advirtiendo sobre los riesgos de una fe “desencarnada” en la era digital.
“La Iglesia sinodal —dijo León XIV— es un espacio donde los jóvenes pueden encontrar comunidad, aprender a vivir su fe con otros y ofrecer al mundo el testimonio de un amor concreto.”
Misión: dejar espacio a la acción del Espíritu Santo
En la tercera parte del discurso, el Papa insistió en que toda sinodalidad auténtica conduce a la misión. “La acción del Espíritu Santo está en el corazón de la sinodalidad. No se trata de reglas o reuniones, sino de hacer espacio a la acción de Dios escuchando al Espíritu”, señaló.
El Santo Padre explicó que la misión exige apertura de corazón y valentía para salir al encuentro de los demás. “Tengan corazones abiertos para escuchar las inspiraciones del Espíritu y las aspiraciones de cada persona. Miren más allá de las apariencias y busquen las verdaderas respuestas que dan sentido a la vida”.
“La Iglesia necesita jóvenes valientes y creativos”
El Papa León XIV concluyó agradeciendo el trabajo del Consejo de Jóvenes y alentándolos a ser impulso de renovación para la Iglesia. “Su contribución aportará nueva energía al corazón misionero de la Iglesia. Ustedes forman parte de ese movimiento espiritual que mantiene a la Iglesia siempre joven”, dijo.
Finalmente, los animó a vivir su fe con alegría y testimonio: “Su voz es escuchada y tomada en serio. Que el Espíritu Santo los guíe, los ilumine y los fortalezca en la alegría del testimonio cristiano.”
Discurso completo del Papa León XIV a los miembros del Consejo Consultivo Internacional de Jóvenes (IYAB):
Sala de los Papas, 31 de octubre de 2025
Queridos jóvenes, ¡buenos días y bienvenidos!
Han sido invitados a formar parte del Consejo Consultivo Internacional de Jóvenes, vinculado al Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Este organismo busca ofrecer a la Santa Sede la perspectiva de los jóvenes sobre diversos temas que están en el corazón de la misión de la Iglesia. Les agradezco su disposición y el esfuerzo de estos días de diálogo y discernimiento, con el propósito de aportar sus reflexiones a mis colaboradores en la Curia Romana. Quiero compartir con ustedes tres breves reflexiones sobre la participación, la sinodalidad y la misión.
Participación
Para llevar a cabo su tarea, están llamados, ante todo, a reconocer que participan en la vida y misión de la Iglesia. Como saben, se trata de una misión universal, dirigida a hombres y mujeres de todas las culturas y situaciones sociales. La auténtica participación eclesial brota del Corazón de Cristo: su origen es espiritual, no ideológico ni político.
Poco antes de su muerte, Jesús oró al Padre diciendo: “No ruego solo por ellos, sino también por los que creerán en mí por su palabra, para que todos sean uno” (Jn 17, 20-21). Jesús no se limita al pequeño círculo de sus discípulos; mira más allá, hacia todos los pueblos y generaciones. Desea que todos sean receptivos al mensaje de salvación y descubran en él la unidad de la fe y del amor mutuo. El Señor lleva en su corazón a todo el mundo, y en ello radica la fuente de la participación.
Quienes se acercan a Jesús y se hacen sus amigos por medio de la oración, los sacramentos y la vida cotidiana comienzan a sentir lo que Él siente. Llevan el mundo entero en su corazón y nada les es ajeno. Se preocupan por los sufrimientos y las necesidades de los demás. De ahí surge el deseo de participar en la misión universal de la Iglesia. Esta participación es signo de madurez humana y espiritual.
Sinodalidad
La sinodalidad es uno de los modos de vivir la naturaleza de la Iglesia como comunión. A imagen de la Santísima Trinidad, la Iglesia es una comunión de personas de todas las edades, lenguas y culturas que caminan juntas, compartiendo sus dones espirituales. En la Iglesia sinodal queremos escuchar lo que el Espíritu dice a los jóvenes, acoger sus carismas y valorar su sensibilidad.
También están llamados a ser la voz de sus compañeros, especialmente de los pobres, los marginados y los que luchan por integrarse en la sociedad o acceder a la educación. Con demasiada frecuencia, las voces de los débiles se pierden entre el ruido de los poderosos y de quienes viven en realidades exclusivas.
La sinodalidad también es un desafío: invita a no vivir la fe en aislamiento. Muchos jóvenes se acercan hoy a la fe a través de las redes sociales o de testimonios en línea. Pero existe el riesgo de una fe “desencarnada”, limitada a experiencias individuales sin verdadera comunión. La fe cristiana se vive en comunidad y se alimenta de relaciones reales, del encuentro y del compartir. Por eso, la Iglesia sinodal los anima a vivir la fe juntos, a superar barreras y a hacer suyos los problemas y esperanzas de los demás.
Misión
La sinodalidad auténtica conduce a la misión. La acción del Espíritu Santo está en su corazón. No se trata de reglas o reuniones, sino de dejar espacio a la acción de Dios escuchando al Espíritu, que nos guía hacia la verdad (cf. Jn 16,13) y nos enseña a acoger a Jesús, la Verdad misma. Él nos recuerda las palabras del Señor y las hace actuales. El Espíritu nos impulsa a la misión.
Todo esto requiere corazones abiertos, dispuestos a escuchar las inspiraciones del Espíritu y las aspiraciones de cada persona. No se dejen atrapar por los planes personales ni por el miedo: Dios los llama a forjar caminos nuevos. Sean jóvenes valientes, líderes de creatividad y esperanza.
Les agradezco la contribución que ofrecerán a la misión de la Iglesia. Su organización forma parte del gran movimiento espiritual que incluye las Jornadas Mundiales de la Juventud y los nuevos movimientos juveniles que mantienen a la Iglesia siempre joven. Su presencia y testimonio son un don. Que el Espíritu Santo los guíe y los fortalezca en la alegría del testimonio cristiano.
