Mons. Mourad, símbolo de fe y perdón tras su cautiverio por ISIS

Mons. Mourad, símbolo de fe y perdón tras su cautiverio por ISIS

El arzobispo de Homs de los católicos siríacos, Mons. Jacques Mourad, advirtió que el diálogo islámico-cristiano en Siria enfrenta un obstáculo estructural: la negativa de muchos jeques musulmanes a abrirse al encuentro con otras comunidades. Según explicó a ACI Mena, agencia en árabe de EWTN News, las autoridades religiosas oficiales mantienen que “el islam sunita es la única religión verdadera y del Estado”, mientras que las demás confesiones son vistas apenas como invitadas toleradas.

El prelado calificó esta situación como una “prueba de perseverancia”, aunque aseguró confiar en los musulmanes y funcionarios “de buena voluntad” que trabajan por el entendimiento mutuo. Destacó que la continuidad de las iniciativas de diálogo, pese a las dificultades, demuestra “la fuerza del mensaje cristiano y el valor del respeto recíproco”.

Un reconocimiento desde el Vaticano

El 18 de octubre, Mons. Mourad recibió en Roma el Premio San Juan Pablo II, otorgado por la Fundación Vaticana del mismo nombre, que distingue a personas u obras inspiradas en la enseñanza del pontífice polaco. El obispo consideró el galardón como “un estímulo para seguir adelante en el camino del diálogo y la fidelidad a la misión de la Iglesia”, especialmente en medio de la violencia y el sufrimiento de su pueblo.

Recuerdo de su cautiverio

El prelado revivió también su secuestro a manos de ISIS en 2015, cuando fue llevado ante el llamado “gobernador de Raqqa”. Esperaba su ejecución, pero en su lugar escuchó: “La paz sea contigo”. El líder yihadista le dijo que “en la guerra siempre hay víctimas” y lo invitó a considerar su prisión “como un retiro espiritual”. Mons. Mourad relató que, a partir de ese momento, su encarcelamiento se convirtió en una experiencia de oración, silencio y esperanza: “Dios nunca me abandonó”.

Consultado sobre qué diría hoy a quienes lo capturaron, respondió sin dudar: “Que Dios los guíe”. Afirmó que el cristiano no puede ceder al odio, y que el perdón es el centro mismo del Evangelio. “No debemos dejar que el resentimiento y el miedo gobiernen el corazón”, añadió.

La Iglesia como esperanza de reconstrucción

Mons. Mourad subrayó que la Iglesia en Siria sigue siendo la única institución en la que el pueblo confía plenamente, y que su papel es sostener la reconstrucción espiritual y humana del país a través de escuelas, hospitales y proyectos sociales. Pidió a la Iglesia universal y a la comunidad internacional que apoyen estas iniciativas concretas, pues son, dijo, “el modo más realista de renovar una nación herida”.

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