El pensador español Miguel Ángel Quintana Paz considera que el mundo cristiano no puede seguir al margen de la llamada “guerra cultural”, esa confrontación de ideas en la que hoy se juega el futuro de la civilización occidental. En una extensa entrevista concedida a Aleteia, el filósofo advierte que si la Iglesia católica no asume un papel más activo, el espacio público quedará ocupado por ideologías que niegan la razón, la verdad y el sentido trascendente del ser humano.
Profesor de Ética durante más de una década en la Universidad Europea Miguel de Cervantes, Quintana Paz dirigirá ahora el Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP) de Madrid, una escuela de liderazgo que busca formar nuevas élites intelectuales con visión crítica. Su objetivo, explica, es “articular y actualizar el legado cristiano” en medio de un clima cultural que lo cuestiona abiertamente.
“Hemos quitado a Dios del centro, y el mundo se tambalea”
El filósofo sostiene que la crisis actual de Occidente no es sólo política o social, sino profundamente espiritual e intelectual. “Lo que estamos experimentando ahora es que, cuando quitamos de escena al Dios racional que sostenía el proyecto occidental, éste se tambalea”, afirma.
A su juicio, la cultura contemporánea vive bajo el dominio del emotivismo y el relativismo, donde los sentimientos reemplazan a la razón y la moral se diluye. “Hoy lo que importa es sentir bien”, señala. “El mal se concibe como algo que puede extirparse, como si la perfección humana fuera alcanzable mediante empatía y educación, y eso es una locura”.
Frente a ello, propone recuperar categorías olvidadas como el perdón, el amor y la belleza, que son —dice— pilares esenciales del pensamiento cristiano. “El problema es que se ha eliminado el perdón, que es la base de la convivencia. Sin perdón, no hay redención posible.”
El rito y la comunidad frente al individualismo
Quintana Paz también subraya la importancia del rito y la vida comunitaria en la fe católica. Critica la pérdida de sentido litúrgico en el catolicismo actual y la obsesión moderna por la “espontaneidad”. “El rito no lo hago, se hace. Me libera del ego”, explica. “Hoy muchos creen que sólo lo improvisado es auténtico, pero eso es falso. La misa no tiene un valor práctico: es valiosa en sí misma”.
Frente a la religión convertida en emotividad o en mero espectáculo, defiende el rito como antídoto contra el cansancio del yo moderno. “Estamos hartos de ser sujetos; necesitamos espacios donde podamos formar parte de algo más grande: una comunidad, un todo.”
La batalla cultural y el papel de la Iglesia
En el plano cultural, Quintana Paz denuncia que el legado cristiano está siendo expulsado del espacio público y sustituido por el sentimentalismo ideológico y el “buenismo”: una versión edulcorada de la moral que elimina el esfuerzo, la exigencia y la verdad. “Se ha atontado el mensaje cristiano para acercarlo al mundo”, cita, recordando unas palabras del obispo estadounidense Robert Barron. “El buenismo no es bondad, es su caricatura. Y si la Iglesia quiere defender la verdadera bondad, debe aprender a distinguirlas.”
El pensador reclama una presencia más activa de la Iglesia en la vida intelectual y educativa, incluyendo colegios y medios de comunicación. “El legado cristiano es muy potente, pero tiene que haber gente que lo articule y lo actualice”, insiste. “En la Iglesia hay personas muy cultas, pero encerradas en sus despachos. Otras, en cambio, se vuelven superficiales en su intento de ser populares. Hay que encontrar el punto medio.”
Una advertencia a los católicos: “Nada está asegurado”
Para Quintana Paz, la fe cristiana sigue siendo uno de los últimos pilares sólidos de nuestra civilización, pero advierte que nada garantiza su permanencia. “Es profundamente evangélico pensar que pueda llegar una etapa en la que seamos sólo cuatro gatos”, afirma. “Pero, ¿de verdad queremos eso? ¿Queremos renunciar al esfuerzo misionero que levantó Europa?”
“No se trata de volver al siglo XIII —dice Quintana Paz—, sino de volver a tomar en serio lo que decían los que pensaban en el siglo XIII.”
