El arzobispo de Tarragona, Mons. Joan Planellas, aseguró que “quien rechaza a los inmigrantes no puede considerarse cristiano”, en una entrevista con ACI Prensa tras su peregrinación diocesana a Roma.
El prelado afirmó que “la fe cristiana no puede separarse del amor al prójimo” y que el Evangelio “no se entiende sin apertura al otro”. Citó el pasaje del Éxodo —“no oprimas al extranjero, porque tú también fuiste extranjero”— y subrayó que “ser xenófobo no es Evangelio”.
Durante su visita, Planellas recordó que “Cristo se identifica con el extranjero, el hambriento, el desnudo”, y que la Iglesia debe ser “una aldea global”. En su opinión, acoger al inmigrante no es una cuestión política, sino “una consecuencia teológica del Evangelio”.
Caridad sí, pero con orden
Las palabras del arzobispo reavivan un debate necesario. Nadie discute el mandato evangélico de acoger al necesitado, pero la caridad no puede contradecir la prudencia.
En una España desbordada por la inmigración irregular y por discursos buenistas, la fe no se demuestra entregando la soberanía ni confundiendo misericordia con ingenuidad.
Acoger no es lo mismo que sustituir; ayudar no equivale a desmantelar el orden. La Iglesia, si quiere ser madre, debe recordar que la justicia y la verdad también son formas de caridad. Porque amar al inmigrante —como enseña el Evangelio— no implica renunciar al sentido común ni al bien de la propia casa.