“El Espíritu Santo elige al Papa”… y otras leyendas urbanas

“El Espíritu Santo elige al Papa”… y otras leyendas urbanas
Hay bulos que se niegan a morir. Como lo de Ricky Martin y la mermelada: nadie lo vio, nadie puede probarlo, pero “todo el mundo” lo repite en cenas y sacristías. En teología tenemos nuestro equivalente: “a todos los Papas los elige el Espíritu Santo, por eso todos los Papas son buenos”, que me tocó oir hoy en Misa. Suena piadoso, redondo, irrefutable… y, sin embargo, no está en el Catecismo, ni en el Derecho Canónico, ni en la constitución sobre el cónclave. Es una frase talismán que ahorra pensar y coloca al Espíritu Santo como notario automático de nuestras papeletas. Pues no.

1) Lo que dice el Catecismo (y lo que no)

El Catecismo de la Iglesia Católica define con precisión el primado del Obispo de Roma: sucesor de Pedro, principio visible de unidad, con potestad plena, suprema y universal, etc. (nn. 880–884, 936–937). Pero no hay una línea que diga que el Espíritu Santo “elige” al Papa ni que garantice que la lista salida de las votaciones es siempre “la voluntad directa” de Dios. Lo que hay es doctrina sobre el oficio de Pedro y la asistencia del Espíritu a la Iglesia y a su magisterio, en grados y condiciones bien delimitados. Nada de una “inspiración automática” que mueva la pluma al cardenal elector.

2) Lo que dice el Derecho: quién elige (y cómo)

El Código de Derecho Canónico es cristalino: el Romano Pontífice obtiene la potestad por la aceptación de la elección legítima, y esa elección la provee el colegio de cardenales “según el derecho especial” (cáns. 332 §1 y 349). No hay un canon que diga “el Espíritu Santo designa”. Lo que existe es un procedimiento humano, jurídico, serio, con papeletas y escrutadores.

3) Y lo que dice la norma del cónclave: orad… y votad

La constitución Universi Dominici Gregis (1996) pide a todo el pueblo de Dios súplicas al Espíritu Santo para que ilumine a los electores; y, precisamente por eso, establece el voto secreto como única forma válida de manifestar la elección. Es decir: los cardenales eligen, Dios asiste; no al revés.

4) Ni magia ni piloto automático: lo explicó Ratzinger

Se ha repetido hasta el cansancio la enseñanza prudente del cardenal Ratzinger (luego Benedicto XVI): no diría que el Espíritu Santo “señala con el dedo” al elegido; más bien asiste como “buen pedagogo”, dejando espacio a la libertad humana… y evitando que todo se arruine del todo. Traducido: hay gracia, pero también limitaciones, errores de juicio, presiones, modas. La Iglesia confía en la asistencia divina, no en el determinismo. De hecho, ya lo decía Ratzinger: «Hay papas que el Espíritu Santo nunca habría elegido».

5) Por qué importa desmontar el mantra

Porque ese eslogan, con barniz devoto, desactiva la responsabilidad: si “Dios lo ha elegido todo”, entonces cualquier crítica prudente, cualquier discernimiento, sería casi blasfemia. Y no: el mismo Catecismo enseña grados de asentimiento y distingue entre infallibilidad en condiciones precisas y magisterio ordinario, que requiere “obediencia religiosa” pero no convierte en oráculo cada gesto, nombramiento o entrevista. La fe no canoniza la política eclesial.

6) Teología de fondo, sin mitos:

  • Asistencia vs. sustitución: El Espíritu asiste a la Iglesia; no sustituye la libertad ni anula la historia. Don de consejo, sí; teleprompter infalible de cada votante, no.
  • Primado real, no fideísmo: El Papa tiene potestad suprema; eso lo creemos y obedecemos. Pero la santidad o prudencia de sus actos no queda garantizada por una supuesta “designación directa”.
  • Oración y medios humanos: La Iglesia reza el Veni Creator… y cuenta votos. Es la lógica católica: gracia y naturaleza.

7) Pastoralmente: “todos los Papas son buenos” no es dogma

Decir en Misa que “todos los Papas son buenos porque los elige el Espíritu Santo” es catequéticamente torpe. La verdad católica es más seria y más esperanzada: Dios guía a su Iglesia aun con instrumentos frágiles, y nos da criterios para discernir, obedecer, sufrir y corregir según corresponda, sin infantilismos.


Conclusión (y vacuna contra bulos)

Si mañana alguien te suelta el comodín —“al Papa lo elige el Espíritu Santo”—, pídele texto y número de la cita. Verás que saca el móvil, busca, carraspea… y cambia de tema. No está en el Catecismo; lo que sí está es la doctrina del primado y la convocatoria a rezar para que hombres libres, con papeleta en mano, elijan ante Dios. Mística, sí; magia, no. Lo otro es como la mermelada: nadie lo ha visto, pero “se dice”.

Fuentes clave: Catecismo (nn. 880–884, 936–937); Código de Derecho Canónico (cáns. 332 §1 y 349); Universi Dominici Gregis (sobre oración al Espíritu y voto secreto); intervenciones de Joseph Ratzinger sobre la asistencia (no “designación directa”) del Espíritu en el cónclave.

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