El progresismo anglicano se estrella con África: la lección que Roma debería aprender

El progresismo anglicano se estrella con África: la lección que Roma debería aprender

El terremoto que sacude hoy a la Iglesia anglicana confirma lo que muchos venían advirtiendo desde hace años: cuando la fe se subordina a la ideología, el resultado es el cisma. La reciente elección de Sarah Mullally como nueva arzobispa de Canterbury —la primera mujer en ocupar ese cargo y símbolo del progresismo eclesial británico— ha provocado la ruptura definitiva dentro de la comunión Anglicana. Su postura no es de rebeldía, sino de fidelidad. En palabras de un arzobispo ugandés, “preferimos la comunión con Cristo antes que con una institución que ha olvidado su alma”.

El paralelismo con Roma: la herida de Fiducia supplicans

Lo ocurrido entre los anglicanos resuena inevitablemente en el mundo católico. El eco de la declaración Fiducia supplicans, que abrió la puerta a bendiciones de parejas homosexuales bajo ciertas condiciones, generó una reacción de resistencia inmediata en el continente africano, encabezada por conferencias episcopales que rechazaron aplicar la medida.

La coincidencia no es casual. En ambos casos, el eje doctrinal se fractura entre un Norte que relativiza la verdad revelada y un Sur que defiende la moral evangélica sin complejos. Mientras en Europa se busca adaptar el cristianismo al discurso ideológico dominante, África recuerda que el Evangelio no necesita aprobación cultural.

No deja de ser irónico que los mismos que presumen de “sinodalidad” y “escucha del Pueblo de Dios” se muestren incapaces de escuchar a los pueblos que más crecen en fe, vocaciones y esperanza.

África, ¿el último bastión de la cristiandad?

El continente africano, tantas veces menospreciado por los centros de poder eclesial, se ha convertido en el principal defensor de la ortodoxia cristiana, tanto en el mundo anglicano como en el católico. Frente al relativismo teológico y la colonización cultural del progresismo occidental, África ha mantenido firme su fidelidad al Evangelio y al orden natural.

Su postura no es política, sino moral. Y es precisamente eso lo que molesta a quienes quieren reducir la religión a un ejercicio de inclusión social. África no negocia la verdad, ni rebaja el Evangelio a eslóganes.

La lección para Roma

El drama anglicano ofrece a la Iglesia Católica una advertencia que no debería ignorar. Cuando la doctrina se sustituye por la ideología, cuando se confunde misericordia con condescendencia, el resultado es el mismo: división, pérdida de credibilidad y vaciamiento espiritual.

Si Roma desea evitar el destino de Canterbury, debe escuchar a los que aún creen en la verdad plena del Evangelio. Porque si algo ha demostrado África es que la fe sin concesiones no divide: purifica.

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