Renuncia del obispo George Bugeja en Libia: una dimisión anticipada

Renuncia del obispo George Bugeja en Libia: una dimisión anticipada

Este 22 de octubre el Vaticano anunció la renuncia de Mons. George Bugeja, vicario apostólico de Trípoli (Libia), una decisión que ha causado sorpresa tanto por la discreción con la que se ha comunicado como por la edad del prelado: apenas 63 años, doce menos de lo establecido por el derecho canónico para presentar la dimisión. Sin una explicación oficial —como es lo usual—, el gesto deja un vacío en una de las misiones más difíciles y olvidadas del mundo católico.

Un franciscano en tierra de frontera

Mons. Bugeja, nacido en Gozo (Malta) en 1962, pertenece a la Orden de los Frailes Menores. Profesó los votos solemnes en 1983 y fue ordenado sacerdote tres años después. Durante décadas ejerció un ministerio marcado por la sencillez franciscana y la disponibilidad misionera.

En 2015 fue nombrado obispo coadjutor del Vicariato Apostólico de Trípoli, en plena crisis política y social libia, y asumió como titular dos años más tarde, sucediendo al veterano Mons. Giovanni Innocenzo Martinelli, figura emblemática de la Iglesia en el norte de África. Desde entonces, Mons. Bugeja ha sostenido una presencia pastoral casi heroica, en medio de un país desgarrado por la guerra civil, el fundamentalismo islámico y el éxodo de cristianos.

A pesar de los riesgos, permaneció fiel a su misión. En diversas ocasiones expresó su dolor por la violencia y las catástrofes naturales que asolaban Libia, como las inundaciones de 2023, pero también su convicción de que la Iglesia debía mantenerse allí, aun en condiciones de extrema precariedad.

Una renuncia anticipada

Precisamente por ese perfil misionero y esa fortaleza de espíritu, la noticia de su renuncia ha causado desconcierto. A los 63 años, Mons. Bugeja se encuentra en plena madurez pastoral y lejos de la edad habitual de retiro. El comunicado vaticano se limita a señalar que el Santo Padre “ha aceptado su renuncia al gobierno pastoral”, sin añadir motivo alguno.

En un contexto normal, la renuncia anticipada de un obispo podría deberse a motivos de salud o a un traslado a otra misión. Pero tratándose de Libia —una tierra sin estructuras eclesiales consolidadas, con pocos sacerdotes y un clima de inseguridad permanente— la decisión plantea más interrogantes que certezas. ¿Agotamiento físico y espiritual tras años de aislamiento? ¿Problemas internos o presiones políticas? ¿O una estrategia misionera que la Santa Sede prefiere no explicar?

En una época donde se exige transparencia, el silencio oficial resulta incómodo. No se puede tratar del mismo modo la dimisión de un obispo de diócesis europea que la de un pastor que ha vivido prácticamente en estado de misión permanente.

La Iglesia en el olvido

El vicariato de Trípoli, como el de Bengasi, representa lo que la Iglesia llama “territorios de frontera”: enclaves donde la presencia católica apenas sobrevive entre minorías extranjeras, migrantes y refugiados. No hay templos llenos ni recursos materiales, pero sí una fe silenciosa sostenida por religiosos, misioneros y voluntarios que sirven entre musulmanes y desplazados.

Allí, el obispo no es un administrador: es un testigo. Mons. Bugeja ha sido eso mismo, un pastor que ha mantenido encendida la llama de la fe en medio del desierto, muchas veces literalmente. Por eso su salida —tan discreta, tan rápida— deja la sensación de una pérdida mayor que la de un simple relevo institucional.

La pregunta que queda

Nadie duda de que Mons. Bugeja haya ofrecido su renuncia libremente, movido quizá por el cansancio o por obediencia. Pero el silencio sobre sus razones y la falta de una palabra clara del Vaticano alimentan la sensación de que los pastores más incómodos o los que resisten en territorios difíciles quedan relegados al olvido.

A los 63 años, este franciscano maltés encarna la fidelidad misionera en su forma más pura. Que su partida pase inadvertida sería un error. Libia no es un destino diplomático, es una cruz. Y quienes la abrazan merecen, al menos, una palabra de gratitud y de verdad.

Ayuda a Infovaticana a seguir informando