Durante los últimos días, diversas publicaciones en redes sociales y portales de noticias informaron que el Vaticano habría habilitado una “sala de oración para musulmanes” dentro de la Biblioteca Apostólica Vaticana, lo que provocó controversia y confusión entre fieles. Sin embargo, fuentes internas de la institución han hecho una aclaración sobre el tema pero sin desmentir el hecho.
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La Biblioteca Apostólica Vaticana ha confirmado que se permite a los académicos musulmanes utilizar una sala para la oración, pero no se trata de un espacio de culto permanente ni de acceso general. El uso fue autorizado a petición de los propios investigadores musulmanes que trabajan o visitan el lugar, y no como parte de una iniciativa institucional del Vaticano para abrir un oratorio islámico.
En otras palabras, la sala no fue concebida como una “mezquita dentro del Vaticano”, sino como una simple habitación habilitada de manera práctica para que los académicos musulmanes puedan cumplir con sus oraciones diarias mientras desarrollan su labor en el recinto.
El propio vicerrector de la Biblioteca Apostólica Vaticana aclaró que se trata, literalmente, de “una sala con una alfombra”, sin elementos litúrgicos, símbolos religiosos ni instalaciones permanentes.
Una decisión que genera debate
La iniciativa, aunque discreta, no ha pasado desapercibida. La idea de un espacio de oración musulmana dentro de una institución vaticana genera una inevitable disonancia, especialmente en un contexto donde se percibe cierta apertura al diálogo interreligioso en detrimento de la identidad católica.
Sin embargo, según la versión oficial, el gesto responde a una lógica de hospitalidad académica: la Biblioteca Vaticana recibe cada año investigadores de todas las religiones y nacionalidades, y en este caso, simplemente accedió a una solicitud puntual.
Una verdad con contexto
En definitiva, según explicó Aciprensa, puede afirmarse que la noticia es verdadera, pero requiere un contexto esencial. Sí existe una sala destinada a la oración musulmana dentro de la Biblioteca Vaticana, pero su uso es limitado, temporal y reservado exclusivamente a académicos musulmanes, sin carácter público ni institucional.
No es, por tanto, un gesto interreligioso de alto perfil ni un signo de sincretismo teológico, sino una concesión práctica dentro del ámbito académico.