El pasado 17 de octubre, durante un acto en la Universidad Pontificia Lateranense en Roma, el periodista Edgar Beltrán, venezolano y corresponsal de The Pillar, fue agredido violentamente mientras formulaba una pregunta al arzobispo Edgar Peña Parra sobre la posible instrumentalización política de las canonizaciones de los primeros santos venezolanos por parte del régimen de Nicolás Maduro.
Una agresión en plena universidad pontificia
Según relató el propio medio, Beltrán se acercó al arzobispo para preguntarle si temía que el gobierno venezolano utilizara las canonizaciones como propaganda. En ese momento, un hombre lo interrumpió, le arrebató el teléfono, lo lanzó al suelo, lo empujó e insultó, exigiendo que no mencionara al régimen. Tras unos instantes de tensión, el periodista logró recuperar la compostura y continuar con su labor informativa.
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El agresor, identificado como empresario cercano al régimen
Aunque inicialmente el atacante no se identificó, testigos en el lugar confirmaron después su identidad: se trataba del empresario venezolano Ricardo Cisneros, quien formaba parte de la comitiva oficial vinculada al gobierno de Maduro. La información fue corroborada por diversas fuentes y difundida públicamente por el periodista Orlando Avendaño.

La presencia de Cisneros en un acto eclesial de relevancia internacional y su reacción violenta al escuchar una pregunta incómoda ponen en evidencia hasta qué punto el régimen intenta controlar el relato incluso fuera de sus fronteras.
Un golpe a la libertad de prensa
El episodio reviste especial gravedad por el contexto en que se produjo: un evento académico y eclesial en Roma, corazón de la Iglesia universal. Que un periodista sea agredido físicamente por cumplir con su deber de preguntar sobre la relación entre fe y política constituye un ataque directo a la libertad de prensa y a la transparencia que la Iglesia está llamada a defender.
Más allá de un incidente aislado
La agresión contra Beltrán no puede interpretarse como un simple arrebato personal. Ocurre en un momento en que Venezuela vive bajo denuncias de fraude electoral, represión a opositores y centenares de presos políticos. La canonización de figuras tan queridas como José Gregorio Hernández y la Madre Carmen Rendiles se convierte, de este modo, en un escenario delicado: mientras el pueblo católico celebra, el régimen busca beneficiarse de la devoción para mejorar su imagen.
