El “Bel Espoir”: la nueva Ruta Quetzal en versión woke

El “Bel Espoir”: la nueva Ruta Quetzal en versión woke

La reciente visita del papa León XIV a la embarcación Bel Espoir —la iniciativa impulsada por los cardenales Aveline y Omella en Ostia, dentro del proyecto MED 25, ha sido presentada como un gran gesto a favor de la paz en el Mediterráneo. Jóvenes de distintas religiones y culturas recorriendo puertos para dialogar, compartir y sembrar esperanza: un relato que suena bonito, pero que en la práctica recuerda demasiado a un cóctel de buenas intenciones sin arraigo real.

Entre la Ruta Quetzal y el Elcano

El proyecto —que se presenta como «La Escuela de Paz en el Mediterraneo»— recuerda a la antigua Ruta Quetzal, aquella expedición juvenil con aires de formación globalista, y al buque escuela Elcano, insignia de la diplomacia blanda española. Pero aquí el guion es otro: fraternidad universal, diálogo interreligioso, encuentros multiculturales. Una mezcla que suena bien en los titulares, pero que difícilmente responde a los desafíos reales del Mediterráneo: persecución religiosa, mafias migratorias, guerras y violencia sectaria.

Como comentó Specola, se trata de una “extraña visita a una especie de flotilla eclesiástica del Papa León XIV en Ostia”, una goleta que entre marzo y octubre acoge a 200 jóvenes de todas las religiones y culturas para talleres de paz, conferencias y festivales. El padre Alexis Leproux lo explicó sin rodeos: “Tenemos una dimensión de diálogo interreligioso e interconfesional para demostrar que somos hijos del mismo Padre”. Todo muy inclusivo, todo muy correcto, todo muy woke.

Un símbolo de fraternidad… interreligiosa

Se presenta como un gran símbolo de fraternidad interreligiosa: cristianos, musulmanes, judíos y jóvenes de otras tradiciones navegando juntos en un mismo barco como metáfora de la “convivencia”. Pero la pregunta de fondo sigue siendo la misma: ¿es eso evangelización o simple marketing ideológico? Porque hoy en día todo se convierte en instrumento ideológico, y el riesgo de diluir la verdad del Evangelio en gestos ambiguos es evidente.

Mucho símbolo, poca sustancia

El Papa ha prestado su imagen y presencia, lo que otorga prestigio mediático, pero cabe preguntarse: ¿qué queda cuando se apague el eco de los discursos y las fotos del pontífice en cubierta? ¿De verdad unas semanas de convivencia en alta mar cambiarán los conflictos que desangran las riberas del Mediterráneo? ¿O será solo otro episodio de “diplomacia de las postales”, destinado a agradar titulares pero sin impacto real en los problemas de fondo?

Juventud instrumentalizada

Que jóvenes de distintos países naveguen juntos puede ser enriquecedor. Nadie niega el valor del encuentro humano. Pero cuando la idea se envuelve en un discurso difuso de “reconciliación” sin mencionar las raíces reales de los conflictos (terrorismo islámico, persecución religiosa, mafias migratorias, guerras geopolíticas), se corre el riesgo de instrumentalizar a la juventud para dar apariencia de acción donde solo hay gestos vacíos.

Una ruta de marketing pastoral

La travesía del Bel Espoir bajo el rótulo de MED 25 nace con un lema de paz, pero amenaza con naufragar en el mar de lo superficial. El Mediterráneo, con sus miles de muertos en rutas migratorias, con sus cristianos perseguidos, con tensiones que no se resuelven a base de convivencias de verano, exige verdad, justicia y caridad auténtica. No espectáculos a medio camino entre la Ruta Quetzal y el buque escuela Elcano, disfrazados de pastoral juvenil y utilizados como símbolo más para la ingeniería ideológica de la fraternidad interreligiosa.

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