Diez años después del ISIS: la Universidad Católica de Erbil florece

Diez años después del ISIS: la Universidad Católica de Erbil florece

Por George J. Marlin

En el verano de 2014, Yohana Al-Zeebaree era un niño de 12 años cuando su mundo se volcó por completo. Desde su hogar en Duhok, una ciudad del norte de Irak, recuerda los rumores que se extendían por los vecindarios, diciendo que el ISIS se acercaba.

“Fue un gran susto”, dice Al-Zeebaree, hoy con 23 años. “Recuerdo la noche en que dijeron que ISIS se aproximaba a las ciudades del norte, como Erbil y Duhok. Todos veían las noticias, y recibimos múltiples llamadas de nuestros familiares diciéndonos que abandonáramos la ciudad y fuéramos más al norte.”

Aunque Erbil y Duhok nunca cayeron, Mosul —la segunda ciudad más grande de Irak, con casi dos millones de habitantes, y a poca distancia— fue tomada. Y la Llanura de Nínive, con Mosul como su capital regional, hogar de algunas de las comunidades cristianas más antiguas de Irak, fue arrasada. Cientos de miles huyeron, llenando los campamentos de refugiados de Erbil. Las iglesias se convirtieron en refugios; las aulas, en dormitorios; las calles, en hogares improvisados para familias que habían dejado todo atrás, excepto su fe.

Los cristianos que vivían en la capital provincial de Mosul —antigua Ciudad de Nínive— son descendientes de los primeros seguidores de Cristo. La región había sido el hogar tradicional de los cristianos asirios y cuna del monacato. Pero el 11 de junio de 2014, el arzobispo caldeo Emil Nona anunció que los últimos cristianos habían huido de la ciudad.

Describiendo los ataques contra iglesias y monasterios, el arzobispo Nona declaró: “Recibimos amenazas… [y] ahora todos los fieles han huido. Me pregunto si volverán algún día. Mi diócesis ya no existe; el ISIS me la ha arrebatado.”

La organización Open Doors, defensora de la libertad religiosa, coincidió con el prelado: “Esta podría ser la última migración de cristianos desde Mosul”, dijo su representante. “Los terroristas islamistas quieren convertir Irak en una nación exclusivamente musulmana y, por tanto, expulsar a todos los cristianos.”

En medio de ese caos, la Archidiócesis Caldea de Erbil, dirigida por Monseñor Bashar Warda, comprendió que aquellas familias refugiadas necesitaban más que alimento y refugio: necesitaban educación y esperanza. En 2015, se inauguró la Universidad Católica de Erbil (CUE), la primera universidad privada sin fines de lucro de Irak.

Cuando la universidad celebró recientemente su quinta graduación, también conmemoró su décimo aniversario, un hito nacido de la fe y la resiliencia frente a lo que parecía una adversidad insuperable.

El primer edificio académico de la CUE fue financiado por la Conferencia Episcopal Italiana. La organización pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) aportó fondos para nuevas facultades —como arquitectura y medicina—, laboratorios y una moderna biblioteca. Solo entre 2018 y 2019, ACN-USA contribuyó con más de 1,8 millones de dólares.

Una iniciativa educativa que comenzó con apenas once alumnos hoy cuenta con más de 760 estudiantes. Aproximadamente el 65 % estudia con becas completas, la mayoría financiadas por ACN.

Hoy, los cristianos de Irak están cosechando los frutos de esa generosidad cuidadosamente dirigida, y el pueblo iraquí en su conjunto también. Aunque los cristianos representan menos del 1 % de la población, tras años de persecución, pueden y deben ejercer una influencia significativa en el futuro de la nación, y la CUE está contribuyendo de modo esencial a ese propósito.

Aunque la CUE está arraigada en la tradición católica, sus puertas están abiertas a todos. Aproximadamente el 60 % de sus estudiantes son cristianos, el 30 % musulmanes y el resto pertenece a minorías como los yazidíes. En un país donde las divisiones religiosas y étnicas son profundas, el campus es un ejemplo viviente de convivencia y propósito común.

“Cuando vas a las aldeas, ves a los cristianos de un lado y a los musulmanes del otro”, dice John Smith, miembro del consejo universitario. “Pero en la universidad ves jóvenes de todos los orígenes divirtiéndose juntos, apoyándose mutuamente. Creo que están creando un ambiente de aprendizaje para la coexistencia. Si logramos una masa crítica de personas que piensen y actúen como ellos, marcará la diferencia en el futuro.”

El rector, el P. Karam Shamasha, subraya la importancia no sólo de lo académico, sino también de las relaciones humanas en este momento histórico para Irak: “Queremos ser una luz en la sociedad. No solo brindar educación, sino construir la paz.”

Mirando atrás, es asombroso cuánto ha progresado la universidad en tan solo una década. Cuando comenzó su construcción en 2015, el ISIS dominaba gran parte de la Llanura de Nínive, y los campamentos de refugiados se extendían por los alrededores de Erbil.

“El ISIS seguía en control, y el futuro era totalmente incierto”, recuerda Regina Lynch, presidenta ejecutiva de ACN Internacional. “En medio de todo esto, se levantaron varios pequeños edificios para dar inicio a la CUE. Ahora, mientras cada vez más alumnos se gradúan y trabajan en distintas regiones de Irak, los valores que aprenden allí seguirán influyendo positivamente en el país.”

Esa influencia ya es visible en numerosos sectores de la vida iraquí. Los egresados trabajan en hospitales, ONG, empresas internacionales y negocios locales. Algunos han fundado sus propios proyectos, llevando innovación y esperanza a comunidades antes olvidadas. Otros continúan sus estudios en el extranjero, pero siguen vinculados a Irak por la fe y la familia.

Hoy, en 2025, la Universidad Católica de Erbil no sólo forma a la nueva generación, sino que fomenta la paz y la resiliencia en una tierra aún marcada por la guerra. Queda mucho por hacer para reconstruir y mirar con esperanza el futuro, pero la historia de la CUE demuestra que incluso en tiempos de oscuridad, la educación y la fe pueden encender una luz duradera.

Sobre el autor

George J. Marlin, presidente de la junta de Aid to the Church in Need USA, es autor de The American Catholic Voter y Sons of St. Patrick, escrito junto a Brad Miner. Su libro más reciente es Mario Cuomo: The Myth and the Man.

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