Peter To Rot vino al mundo en 1912 en el poblado de Rakunai, en la isla de Nueva Bretaña, Papúa Nueva Guinea. Creció en una familia profundamente católica, donde la fe era el centro de la vida cotidiana. Sus padres transmitieron a sus hijos la oración, la fidelidad al Evangelio y la importancia del servicio al prójimo.
Desde muy joven, Peter destacó por su sencillez, su carácter sereno y su amor a Dios. A los 18 años ingresó en el Colegio de San Pablo en Taliligap, una institución destinada a formar catequistas laicos, llamados a ser pilares de la evangelización en una tierra todavía joven en la fe. Allí recibió formación teológica, espiritual y pastoral que marcaría toda su vida.
Catequista, esposo y padre
En 1933, cuando apenas tenía 21 años, fue enviado como catequista a su propio pueblo, Rakunai. Su misión consistía en enseñar la fe, guiar en la oración y sostener la vida cristiana de la comunidad. Los fieles lo apreciaban por su entrega, su alegría y su capacidad para acercarse a todos con humildad y paciencia.
El 11 de noviembre de 1936 contrajo matrimonio con Paula Ia Varpit, con quien formó un hogar cristiano ejemplar. Juntos tuvieron tres hijos, a quienes educaron en la fe. Su vida de familia se convirtió en un testimonio vivo de la belleza del matrimonio cristiano, basado en la fidelidad y el amor.
El desafío de la ocupación japonesa
En enero de 1942, la historia de la isla dio un giro dramático: el ejército japonés ocupó Nueva Bretaña y encarceló a los misioneros europeos. Peter, que hasta entonces había sido colaborador de los sacerdotes, se encontró de pronto con la misión de sostener solo la vida de la comunidad católica.
Durante un tiempo, las autoridades permitieron cierta libertad, pero en marzo de 1944 prohibieron toda actividad religiosa. Para los fieles, esta prohibición era un golpe devastador, pero Peter no se dejó vencer. Consciente del riesgo, construyó un refugio subterráneo donde continuaba reuniendo a los cristianos para rezar y celebrar los sacramentos permitidos.
Al mismo tiempo, los ocupantes promovieron la poligamia como una estrategia para ganarse a los jefes locales, en abierto desafío a la enseñanza de la Iglesia. Peter To Rot, con valentía y convicción, defendió públicamente la dignidad del matrimonio cristiano, monógamo e indisoluble. Esa defensa le valió la hostilidad de las autoridades japonesas, que lo señalaron como enemigo.
Prisión y martirio
En la primavera de 1945 fue arrestado y condenado a dos meses de cárcel. Para él, esa prisión no fue un motivo de desesperación, sino de serenidad y alegría espiritual. En una visita, su hermana lo encontró firme en la fe y él la consoló con estas palabras:
“No llores. Estoy aquí por una buena causa. Estoy muy feliz, porque estoy aquí por mi fe”.
Poco antes de terminar su condena, en un viernes de julio de 1945, Peter fue asesinado mediante una inyección letal. Murió joven, con apenas 33 años, pero dejó tras de sí una huella imborrable. Su testimonio mostró que un catequista laico, esposo y padre puede vivir la fe hasta el extremo de dar la vida por Cristo.
Reconocimiento de la Iglesia
El recuerdo de Peter To Rot se convirtió en semilla de fe para Papúa Nueva Guinea y para toda la Iglesia. Su testimonio de fidelidad al Evangelio y de defensa del matrimonio cristiano fue reconocido solemnemente cuando el papa san Juan Pablo II lo beatificó el 17 de enero de 1995 en Port Moresby, capital de Papúa Nueva Guinea.
Hoy, en un mundo que también enfrenta desafíos a la familia y a la fe, la figura de este humilde catequista resplandece con más fuerza. Este 19 de octubre de 2025, León XIV lo canonizará, elevándolo a los altares como santo de la Iglesia universal, ejemplo de fidelidad, amor y valentía cristiana.
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
