José Gregorio Hernández Cisneros nació el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, un pequeño pueblo de Venezuela. Desde muy joven mostró una gran inteligencia y un espíritu de servicio, virtudes que lo acompañarían toda su vida.
Animado por su padre, ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Caracas, donde en 1888 defendió con éxito su tesis doctoral. Al año siguiente, gracias a su brillante desempeño, fue enviado a París para perfeccionar sus estudios.
Maestro y pionero de la medicina en Venezuela
De regreso a su patria, con tan solo 27 años, fundó las cátedras de histología, fisiología y bacteriología, abriendo así un nuevo capítulo en la enseñanza de la medicina venezolana. Fue un maestro cercano: no dudaba en invitar a los alumnos más pobres a su casa para enseñarles personalmente.
Instituyó el Colegio de Médicos de Venezuela y participó como fundador de la Academia Nacional de Medicina. Además de su labor docente, continuó profundizando en la investigación científica, dejando valiosas contribuciones en campos como la embriología y la histología.
Búsqueda de Dios y vocación espiritual
El corazón de José Gregorio no solo latía por la ciencia, sino también por Dios. En 1908 ingresó en la Cartuja de Farneta en Lucca (Italia), deseando consagrarse por completo al Señor. Sin embargo, su frágil salud lo obligó a regresar a Venezuela.
Años después intentó de nuevo en el Pío Colegio Latinoamericano de Roma, pero otra vez las dificultades físicas frustraron su proyecto. Entendió entonces que su camino de santidad no pasaba por la vida monástica, sino por ejercer su vocación de médico como un verdadero apostolado de caridad.
El médico de los pobres
Silencioso, prudente y profundamente caritativo, José Gregorio se entregó a los enfermos sin esperar nada a cambio. Atendía gratuitamente a los más necesitados, a quienes no solo les daba consulta, sino también medicamentos y hasta dinero para sus necesidades básicas.
Siempre exhortaba a sus pacientes a confiar en Dios y a frecuentar los sacramentos, en especial la Eucaristía. Durante la terrible epidemia de gripe española en 1918, se consagró incansablemente a atender a los enfermos de Caracas, siendo para todos un médico y un apóstol.
Muerte y ofrenda de vida
El 29 de junio de 1919, tras haber comprado medicinas para un niño enfermo, fue atropellado por un coche en Caracas. Murió casi en el acto, invocando a la Santísima Virgen María.
Unos meses antes había confiado a un amigo una confidencia que hoy resuena como profecía:
“Te voy a confiar algo: ¡he ofrecido mi vida como ofrenda a Dios por la paz del mundo!”.
Reconocimiento de la Iglesia
Su recuerdo quedó profundamente grabado en el corazón del pueblo venezolano, que lo llama hasta hoy con devoción “el médico de los pobres”. El papa Francisco lo beatificó el 30 de abril de 2021, reconociendo en él un modelo de laico que supo unir ciencia, fe y caridad.
Este 19 de octubre de 2025, el papa León XIV lo canonizará, confirmando oficialmente a José Gregorio Hernández como santo intercesor, médico del cuerpo y del alma.
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