A principios de octubre, la Comisión Europea presentó su nueva Estrategia de Igualdad LGBTIQ+ 2026-2030, un plan político que confirma la deriva ideológica de Bruselas en materia de identidad sexual y familiar. El documento establece, como compromiso vinculante, que los Estados miembros deben implantar procedimientos de reconocimiento legal de género basados en la autodeterminación personal, sin restricciones de edad ni requisitos médicos. En otras palabras: incluso los niños podrán cambiar legalmente de sexo sin consentimiento de sus padres ni supervisión profesional.
Eliminación de salvaguardas y ruptura con la verdad biológica
La estrategia va más allá de cuestiones administrativas. Pretende eliminar cualquier control médico, psicológico o familiar, sustituyendo la realidad biológica por la identidad autopercibida como único criterio jurídico. Con ello se coloca a los menores en una situación de extrema vulnerabilidad, despojando a los padres de su derecho natural a proteger a sus hijos y relegando la ciencia a un papel irrelevante frente a la ideología.
El documento no oculta su objetivo: normalizar la autodeterminación como principio absoluto, imponiendo un modelo único a todos los países de la Unión. Lo que hasta hace poco se presentaba como debate abierto se convierte ahora en imposición supranacional, donde la disidencia se castiga con sanciones económicas.
Educación, familia y soberanía en el punto de mira
La estrategia incluye la financiación de programas escolares y campañas públicas para “sensibilizar” en materia de identidad de género. Se exige además que todos los Estados reconozcan automáticamente las llamadas “familias arcoíris”, forzando a las legislaciones nacionales a aceptar como equivalentes cualquier modelo familiar definido por Bruselas.
Este enfoque supone una intromisión directa en competencias educativas, familiares y jurídicas que hasta ahora correspondían a cada país. La Comisión se arroga así el papel de árbitro moral y cultural de Europa, imponiendo una ideología que ignora la tradición, la antropología y la soberanía de las naciones.
Un proyecto contrario a la dignidad humana y a la fe cristiana
Este plan constituye un ataque frontal a la verdad del ser humano, creado hombre y mujer. La autodeterminación de género sin límites erosiona la dignidad de la persona, confunde a los niños y niega los derechos de los padres. Convertir la identidad sexual en un mero acto administrativo equivale a negar la realidad biológica y el orden natural.
Lo que la Comisión presenta como un avance en derechos no es más que un ataque directo que amenaza la infancia, destruye la familia y socava los fundamentos culturales de Europa. La ideología sustituye a la razón, y la presión económica sustituye al diálogo democrático.
Una Europa reconfigurada desde arriba
El documento revela una ambición más amplia: reconfigurar Europa no solo en lo económico, sino en lo cultural y moral, mediante normas que transforman radicalmente la concepción del hombre y de la sociedad. La Comisión Europea, en nombre de la igualdad, se erige como legislador de la identidad humana, dejando a los Estados y a las familias sin voz ni defensa.
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