Un nuevo informe elaborado por The Catholic Project de la Universidad Católica de América y recogido por The Pillar ha puesto en evidencia una realidad que marca hoy al clero estadounidense: existe una clara grieta generacional. Los sacerdotes jóvenes tienden a definirse como más “ortodoxos” y centrados en la tradición, mientras que los mayores muestran mayor afinidad con posturas progresistas, tanto en lo teológico como en lo pastoral.
El estudio, basado en más de 1.100 encuestas realizadas por Gallup en 2025, retrata una Iglesia donde la forma de comprender la misión sacerdotal varía profundamente según la edad del presbítero.
Los sacerdotes jóvenes se definen como ortodoxos
Uno de los hallazgos más destacados es que más del 70 % de los sacerdotes ordenados después de 2010 se identifican como “conservadores/ortodoxos” o “muy conservadores/ortodoxos”. En cambio, entre los ordenados antes de 1975, la mayoría se reconoce como progresista.
Este dato refleja una inversión generacional: mientras las décadas posteriores al Concilio Vaticano II produjeron clero marcado por la adaptación al mundo moderno, las nuevas generaciones, nacidas ya en un contexto de secularización radical, parecen buscar en la fidelidad a la doctrina y en la liturgia el fundamento de su identidad sacerdotal.
Los jóvenes muestran menos interés en cuestiones como la inmigración, el cambio climático o el papel de la mujer en la Iglesia, y más preocupación por la centralidad de la Eucaristía y la recuperación de la Misa tradicional.
Sinodalidad y mujeres, temas que dividen
El informe también muestra divisiones claras respecto a las prioridades eclesiales. Solo un 29 % de los sacerdotes ordenados en este siglo considera importante la sinodalidad, frente al 77 % de los ordenados antes de 1980. De igual manera, mientras más de dos tercios de los sacerdotes mayores afirman estar “muy preocupados” por el papel de las mujeres en la Iglesia, solo uno de cada cinco sacerdotes jóvenes comparte esa inquietud.
Estos datos evidencian que la generación joven no ve en la agenda progresista una prioridad, sino más bien una distracción frente a lo que consideran esencial: el anuncio del Evangelio y la vida sacramental.
El precio de la vocación: soledad y sobrecarga
Sin embargo, el estudio también revela la otra cara del sacerdocio actual. Un número significativo de sacerdotes jóvenes reconoce sentirse agotado, solo y sobrecargado de responsabilidades que exceden su vocación sacerdotal. Casi la mitad afirma que se les pide realizar tareas que no corresponden a su ministerio.
La crisis de vocaciones y el envejecimiento del clero hacen que las nuevas generaciones carguen con parroquias múltiples, funciones administrativas y trabajos pastorales que a menudo los alejan de su misión central: ser mediadores de lo sagrado y custodios de la Eucaristía.
