Desde Gaza, el padre Gabriel Romanelli, párroco de la comunidad católica local, compartió un mensaje conmovedor en el que describe la situación desesperada que vive la población civil bajo los bombardeos. En su intervención publicada el 23 de septiembre en su canal de YouTube, el sacerdote argentino habló de la virtud de la piedad como camino hacia Dios y hacia los demás, pero también como clamor urgente en medio de la violencia:
“Aquí todo el mundo implora piedad, por compasión que frenen esta guerra, que dejen de matar, que dejen de bombardear”.
El sufrimiento cotidiano en Gaza
El párroco relató la experiencia diaria de la guerra: explosiones cercanas, esquirlas que alcanzan las calles, muertos que se acumulan y familias destrozadas. “Todos los días hay muertos y más muertos. No sé ni siquiera qué decirles, porque más de una vez nos quedamos sin palabras”, confesó.
Romanelli subrayó la falta de avances en cuestiones humanitarias: no se liberan rehenes, no se devuelven cuerpos, no entra ayuda suficiente y no se detienen los ataques. En medio de este panorama, resaltó los llamados del Papa León XIV y del patriarca latino de Jerusalén para poner fin al conflicto:
“Ante tanta violencia, tanta maldad, tanta impiedad, nosotros tenemos que aferrarnos más a Dios para tratar de ser más buenos, incluso en las pequeñas cosas, rezando por todos”.
Rezar por todos, sin excluir a nadie
El sacerdote insistió en la oración universal: por cristianos, judíos, musulmanes y no creyentes, por todos los que sufren y mueren. “Todos han sido creados por Dios, todos fueron redimidos por la sangre de Cristo y todos son llamados a participar de la vida de la Santísima Trinidad”, explicó.
Recordó que desde su ingreso al seminario en 1988 reza por pueblos lejanos y sufrientes, y que desde su misión en Gaza lo hace cada día por israelíes y palestinos caídos, “en las circunstancias que hayan caído”.
El altar, centro de paz en medio de la guerra
Romanelli definió la Eucaristía como el verdadero “altar de la paz”: “Sobre el altar se ofrece el sacrificio perfecto, la víctima de expiación por los pecados, por absolutamente todos. Jesucristo, que vino a traer la paz”.
En medio de la impotencia de no poder ayudar a tantas víctimas, recordó que el sufrimiento puede ser ofrecido a Dios, como Cristo en la cruz:
“Parecía inútil su sacrificio, y sin embargo predicó con su cruz, ofreciendo a Dios sus dolores por la salvación de todos”.
Bajo refugio en la parroquia
El sacerdote contó que la parroquia se ha convertido en refugio para la mayoría de los cristianos de Gaza. Tras cada misa, un instante de calma puede romperse con nuevas explosiones:
“Hoy, apenas salieron un poco al aire libre, se escuchó un golpe fuerte a 500 o 700 metros, y todos corrieron de nuevo a la iglesia, que es uno de los lugares más firmes que tenemos de refugio”.
Pidió a los fieles que se unan en oración a la Virgen de los Dolores para que consuele a quienes están atrapados bajo los escombros o sin posibilidad de escapar, y concluyó impartiendo su bendición:
“Que Dios en su misericordia se apiade de todos y nos conceda el final de esta guerra”.
