Hoy 24 de septiembre la Iglesia celebra la memoria de Nuestra Señora de la Merced, también conocida como Virgen de las Mercedes o Virgen de la Misericordia. Esta advocación mariana, profundamente arraigada en España y en América, resalta la misericordia de la Madre de Dios y su intercesión por los más necesitados.
El origen de la devoción
La historia se remonta al siglo XIII, cuando las costas del Mediterráneo sufrían incursiones musulmanas que llevaban a muchos cristianos a la esclavitud en África. En medio de esta tragedia surgió Pedro Nolasco, un comerciante que empleó su fortuna en liberar cautivos y que, movido por una revelación de la Virgen María, fundó la Orden de la Merced en 1218.
La tradición narra que la Virgen se apareció simultáneamente a san Pedro Nolasco, a san Raimundo de Peñafort y al rey Jaime I de Aragón, pidiéndoles la creación de una congregación destinada a la redención de cautivos, para que no perdieran la fe en medio de la opresión. Así nació una familia religiosa consagrada a imitar a Cristo Redentor y a María, la Madre liberadora.
Una obra inmensa de caridad
Los mercedarios pusieron en común sus bienes y arriesgaron sus vidas para rescatar a los prisioneros. Se calcula que alrededor de trescientas mil personas fueron liberadas gracias a su labor. Desde su fundación, la Orden extendió su misión y devoción a la Virgen de la Merced por toda España, Francia e Italia, y más tarde, con la evangelización, por América, donde su presencia fue decisiva en ciudades como Lima, Cuzco y Quito.
En 1696, el Papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia el 24 de septiembre. Aunque tras el Concilio Vaticano II la memoria desapareció del calendario universal, en muchas naciones continúa celebrándose con fervor.
Iconografía y espiritualidad
La Virgen de la Merced suele representarse vestida con el hábito blanco mercedario, portando el escudo de la Orden y, en ocasiones, cadenas y grilletes que simbolizan la liberación de los cautivos. Puede aparecer con el Niño Jesús en brazos, con un escapulario, o bajo la forma de la Virgen de la Misericordia, cobijando bajo su manto a fieles y religiosos.
Su mensaje sigue siendo actual: la misericordia de Dios no conoce límites y la Virgen María sigue siendo ejemplo de compasión y redención, invitando a los cristianos a vivir la fe con obras concretas de caridad.
Fuente: Catholic.net
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