J. D. Vance sobre Charlie Kirk: «Amaba a Cristo, a su familia y a su patria»

J. D. Vance sobre Charlie Kirk: «Amaba a Cristo, a su familia y a su patria»

El asesinato de Charlie Kirk, fundador de Turning Point USA, ha conmocionado al mundo conservador y pone de relieve la violencia política que padecen quienes defienden la fe y los valores tradicionales. El vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, ha publicado un emotivo mensaje en el que recuerda a su amigo como un hombre de profunda fe en Cristo, entregado a su familia y generoso en la defensa de la verdad y la libertad.

Dejamos a continuación el mensaje completo y traducido publicado en X:

Hace un tiempo, probablemente en 2017, aparecí en el programa de Fox de Tucker Carlson para hablar de Dios sabe qué. Después, un nombre que apenas conocía me envió un mensaje directo en Twitter y me dijo que había hecho un gran trabajo. Era Charlie Kirk, y ese momento de amabilidad inició una amistad que duró hasta hoy.

Charlie estaba fascinado por las ideas y siempre dispuesto a aprender y a cambiar de opinión. Como yo, era escéptico de Donald Trump en 2016. Como yo, llegó a ver al presidente Trump como la única figura capaz de alejar la política estadounidense del globalismo que había dominado toda nuestra vida. Cuando otros tenían razón, aprendía de ellos. Cuando él tenía razón —como solía ser el caso— era generoso. Con Charlie, la actitud nunca era “te lo dije”, sino: “bienvenido”.

Charlie fue una de las primeras personas a las que llamé cuando pensé en presentarme al Senado a principios de 2021. Estaba interesado, pero escéptico de que hubiera un camino. Hablamos de todo: desde la estrategia hasta la recaudación de fondos y la base del movimiento que él conocía tan bien. Me presentó a algunas de las personas que dirigirían mi campaña y también a Donald Trump Jr. “Como su padre, está malinterpretado. Es extremadamente inteligente y muy afín a nosotros”. Don (Donald Trump) atendió mi llamada porque Charlie se lo pidió.

Mucho antes de que me comprometiera (ni siquiera mentalmente) a presentarme, Charlie me pidió que hablara con sus donantes en un evento de TPUSA. Me acompañó por la sala y me presentó. Me dio su opinión sincera sobre mis comentarios. No tenía ningún motivo para hacerlo, ni esperaba que llegara a ninguna parte. En aquel momento, en las encuestas estaba muy por debajo del 5 %. Lo hizo porque éramos amigos y porque era un buen hombre.

Cuando me convertí en candidato a la vicepresidencia —algo que Charlie defendió tanto en público como en privado— Charlie estuvo ahí para mí. Estaba muy feliz de ser parte del equipo del presidente, pero, francamente, sorprendido por el efecto que tuvo en nuestra familia. Nuestros hijos, especialmente el mayor, sufrieron con la atención y la constante presencia del equipo de protección. Sentía una aguda sensación de culpa, de haber reclutado a mis hijos en esta vida sin pedirles permiso. Y Charlie estaba constantemente llamando y enviando mensajes, preguntando por nuestra familia y ofreciendo guía y oraciones. Algunos de nuestros eventos más exitosos no fueron organizados por la campaña, sino por TPUSA. No era solo un pensador, era un hombre de acción, transformando grandes ideas en grandes eventos con miles de activistas. Y después de cada evento, me daba un fuerte abrazo, me decía que estaba rezando por mí y me preguntaba qué más podía hacer. “Tú concéntrate en Wisconsin”, me decía. “Arizona está asegurada”. Y lo estaba.

Charlie creía sinceramente en Jesucristo y lo amaba. Tenía una fe profunda. Solíamos discutir sobre el catolicismo y el protestantismo y sobre quién tenía razón en cuestiones doctrinales menores. Porque amaba a Dios, quería comprenderlo.

Alguien señaló que Charlie murió haciendo lo que amaba: discutiendo ideas. Entraba en esos ambientes hostiles y respondía a sus preguntas. Si se trataba de un público favorable y un progresista hacía una pregunta entre abucheos, él animaba a sus seguidores a calmarse y dejar hablar a todos. Encarnaba una virtud fundamental de nuestra República: la disposición a hablar abiertamente y debatir ideas.

Charlie tenía una extraña habilidad para saber cuándo ir más allá y cuándo ser más convencional. He visto a gente atacarlo durante años por equivocarse en tal o cual tema públicamente, sin darse cuenta de que, en privado, trabajaba para ampliar el alcance del debate aceptable.

Era un gran hombre de familia. Hoy estaba hablando con el presidente Trump en el Despacho Oval y me dijo: “Sé que era un muy buen amigo tuyo”. Asentí en silencio, y el presidente observó que Charlie realmente amaba a su familia. El presidente tenía razón. Charlie estaba muy orgulloso de Erika y de sus dos hijos. Era inmensamente feliz de ser padre. Y sentía una gratitud enorme por haber encontrado a una mujer de Dios con la que pudo formar una familia.

Charlie Kirk fue un verdadero amigo. El tipo de persona a la que podías decirle algo sabiendo que siempre se lo guardaría. Estoy en más de unos cuantos chats de grupo con Charlie y con personas a las que me presentó a lo largo de los años. Celebramos bodas y nacimientos, nos gastamos bromas y lloramos la pérdida de seres queridos. Hablamos de política, de políticas públicas, de deportes y de la vida. Esos chats incluyen a personas del más alto nivel de nuestro gobierno. Ellos confiaban en él, lo querían y sabían que siempre estaría ahí para respaldarlos. Y como era un verdadero amigo, podías confiar instintivamente en las personas a las que Charlie te presentaba. Gran parte del éxito que hemos tenido en esta administración se debe directamente a la capacidad de Charlie para organizar y reunir. No solo nos ayudó a ganar en 2024, nos ayudó a conformar todo el gobierno.

Estaba en una reunión en el Ala Oeste cuando esos chats comenzaron a encenderse con personas diciéndole a Charlie que estaban rezando por él. Y así fue como me enteré de que a mi amigo le habían disparado. Recé mucho durante la siguiente hora, mientras llegaban primero buenas y luego malas noticias.

Dios no respondió esas oraciones, y está bien. Tenía otros planes. Y ahora que Charlie está en el cielo, le pediré que hable directamente con el Señor en nombre de su familia, de sus amigos y del país que tanto amó.

Corriste una buena carrera, amigo mío.

A partir de aquí, lo llevamos nosotros.

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