El tuit de la esposa de Kirk minutos antes del asesinato de su esposo Charlie: “Dios es nuestro refugio y fortaleza”

El tuit de la esposa de Kirk minutos antes del asesinato de su esposo Charlie: “Dios es nuestro refugio y fortaleza”

El asesinato del activista estadounidense Charlie Kirk, ocurrido ayer 10 de septiembre, sacude no solo a su familia sino a todos aquellos que defienden valores conservadores en una sociedad cada vez más hostil hacia la verdad. Su esposa, Erika Kirk, habia puesto unos minutos antes una profesión de fe: “Psalm 46:1 – God is our refuge and strength, a very present help in trouble”.

«Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en todos los problemas» Salmo 46:1

 

Inseguridad y persecución ideológica

La muerte de Charlie Kirk se suma a la lista creciente de víctimas del clima de inseguridad que golpea a Occidente. La izquierda woke, en lugar de promover la paz y el respeto al disenso, alimenta un ambiente en el que el adversario ideológico se convierte en enemigo a destruir.

Charlie Kirk, fundador de Turning Point USA, fue una de las voces más firmes en la defensa de la vida, la familia y la libertad frente al avance de la ideología de género y la cultura progresista. Su asesinato no puede ser visto como un hecho aislado, sino como un síntoma de una persecución ideológica que busca acallar a quienes no se someten al dogma del pensamiento único.

Las víctimas olvidadas del progresismo

Los medios mainstream, que suelen amplificar la narrativa de la izquierda, intentarán presentar este crimen como un suceso más, aislado, sin conexión con el clima de odio que ellos mismos fomentan. Sin embargo, la realidad es evidente: cada vez son más los líderes, activistas y comunidades cristianas que se convierten en blanco de ataques.

La sangre de Kirk se suma a la de tantos otros que, en el Congo, en Medio Oriente o en el mismo Occidente, sufren la violencia y el desprecio por atreverse a vivir y proclamar su fe.

“Un auxilio seguro en la tribulación”

El mensaje de Erika Kirk es, al mismo tiempo, una advertencia y una esperanza. Advierte que el mal existe, que el cristiano no está exento de la persecución ni de la violencia. Pero también afirma que el mal no tiene la última palabra: “Dios es nuestro refugio y fortaleza”.

En medio de la confusión de nuestro tiempo, la fe se levanta como el único refugio verdadero. La esperanza de Erika no está en los políticos ni en los poderes de este mundo, sino en Aquel que venció la muerte. Su testimonio es un llamado a permanecer firmes, a no ceder al miedo y a proclamar la verdad, aunque cueste la vida.

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