El pasado sábado 6 de septiembre de 2025, la iglesia del Santo Nombre de Jesús, templo madre de la Compañía de Jesús en Roma, fue escenario de una controvertida celebración eucarística para peregrinos LGBT con motivo del Jubileo de la Esperanza. La Misa fue presidida por monseñor Francesco Savino, obispo de Cassano all’Jonio y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana, en un gesto que ha suscitado debate dentro y fuera de Italia.
El encuentro, promovido por una asociación laica italiana, reunió a más de mil participantes de distintos países. La jornada incluyó la Misa matinal en la iglesia jesuita y, por la tarde, una peregrinación a la Puerta Santa de la basílica de San Pedro. Entre los concelebrantes figuraban unos treinta sacerdotes, entre ellos el jesuita estadounidense James Martin, conocido por su activismo en favor de la normalización eclesial del movimiento LGBT y que días antes había sido recibido en audiencia privada por el papa León XIV.
Imágenes y gestos controvertidos durante la Misa
La celebración estuvo marcada por una fuerte carga simbólica. Algunos asistentes, incluidos religiosos y religiosas, agitaban abanicos con los colores del arcoíris para aliviar el calor dentro del abarrotado templo. Otros vestían camisetas con la cita bíblica en italiano: «Nell’amore non c’è timore» (“en el amor no hay temor”), tomada de la primera carta de san Juan. Al concluir la ceremonia, un peregrino portó una cruz adornada con los colores del arcoíris, gesto que fue acompañado de aplausos y cantos emotivos.

Estos elementos despertaron críticas que consideran tales signos como un intento de instrumentalizar la liturgia y contraponerla a la doctrina constante de la Iglesia, expresada en el Catecismo, que, si bien pide respeto, compasión y sensibilidad hacia las personas con tendencia homosexual, recuerda con claridad que los actos homosexuales son «intrínsecamente desordenados» y «no pueden ser aprobados en ningún caso».
La homilía de Savino: dignidad y amor incondicional
En su homilía, monseñor Savino insistió en la dignidad de toda persona y en la necesidad de “restaurar la dignidad a quienes se les ha negado”. Señaló que todos son parte del “pueblo peregrino de la esperanza” y subrayó que Dios ama con un “amor único e irrepetible, un amor incondicional”.
Reflexionando sobre las lecturas del día, afirmó que, según san Pablo, un pequeño paso en medio de las limitaciones humanas puede ser “más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quienes no experimentan pruebas”. Además, pidió liberarse de toda “tentación ideológica o prejuicio” y apeló a que Pedro y el colegio apostólico pongan “la verdad viva por encima de la verdad muerta”.
Tensiones entre pastoral y doctrina
La Misa, celebrada en un templo jesuita de gran peso histórico, reaviva la tensión entre dos enfoques presentes en la Iglesia: el pastoral, que enfatiza la acogida, y el doctrinal, que salvaguarda la enseñanza moral tradicional. Para los críticos, la celebración corre el riesgo de enviar un mensaje ambiguo, presentando como compatible con la fe católica lo que el Magisterio ha señalado como contrario al plan divino.
El contraste entre la emotividad del evento y la firmeza del Catecismo refleja una de las cuestiones más sensibles del actual pontificado: la relación de la Iglesia con los movimientos LGBT y la forma de conjugar misericordia pastoral con fidelidad doctrinal.
Fuente: Aciprensa
