Karol G en San Pedro: oportunidad o espejismo

Karol G en San Pedro: oportunidad o espejismo
El próximo 13 de septiembre, a partir de las 21:00 horas, la Plaza de San Pedro acogerá el concierto internacional “Grace for the World”, clausura del Encuentro Mundial sobre Fraternidad Humana en el marco del Jubileo 2025. El evento, codirigido por Andrea Bocelli y Pharrell Williams, contará con un coro góspel, un espectáculo de drones inspirado en la Capilla Sixtina y un cartel de artistas que incluye a Karol G, John Legend, Clipse, Teddy Swims, Jelly Roll y Angélique Kidjo. Será retransmitido en directo a todo el mundo a través de Disney+. Aunque no está confirmada, la presencia del Papa León XIV no se descarta, lo que haría del encuentro un momento de gran alcance simbólico.

La noticia de que Karol G, la artista colombiana que ha llenado cuatro Bernabéus y que mueve a millones de seguidores, cantará en el corazón de la cristiandad ha provocado sorpresa. El interrogante es inevitable: ¿será una ocasión para anunciar a Cristo o un simple gesto de espectáculo bienintencionado?

Porque si todo se reduce a una exaltación de la fraternidad universal, sin mencionar al Señor que da sentido a esa fraternidad, habremos perdido la ocasión. El Vaticano no está llamado a ser un decorado de lujo para la industria del entretenimiento, sino un espacio para la evangelización.

La Iglesia ya ha tendido puentes en el pasado. En 1963, Juan XXIII invitó a Pier Paolo Pasolini al Vaticano. Era un cineasta comunista y provocador, pero el Papa quiso escucharle. Aquel gesto sembró una inquietud que llevó a Pasolini a filmar El Evangelio según San Mateo, dedicado a la memoria del “Papa bueno” y reconocido como una de las películas más auténticas sobre Cristo. El ejemplo muestra que acoger a un artista no significa convalidar su obra entera, sino darle ocasión de encontrarse con el Evangelio.

Juan Pablo II también supo hacerlo. En 1997 recibió a Bob Dylan en Bolonia. Dylan cantó Blowin’ in the Wind, con su célebre pregunta: “¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre para poder reconocerse hombre?”. El Papa no dejó pasar la ocasión y respondió:

“Os respondo: Uno. Uno solo es el camino del hombre; es Cristo, que dijo: «Yo soy el camino» (Jn 14, 6). Él es el camino de la verdad, el camino de la vida.”

Ese es el tono que debería tener cualquier encuentro cultural en el Vaticano: no solo simpatía o diálogo, sino anuncio claro de Cristo.

En el caso de Karol G, el desafío es el mismo. No basta con hablar de humanidad, paz o esperanza en abstracto. Ella debe escuchar el nombre de Cristo en San Pedro, no solo como inspiración cultural, sino como Señor vivo que la llama personalmente. Y es importante que el público vea ese testimonio, para que no quede la impresión de que la Iglesia se limita a alquilar sus símbolos para un gran show.

Además, la propia Karol G muestra signos de un camino interior: su canción S91 citaba un salmo, y más recientemente Milagros tiene un tono de gratitud y espiritualidad que sugiere una búsqueda. Justamente por eso, sería una oportunidad desaprovechada si en el Vaticano solo se hablara de valores genéricos. Este es el momento de interpelar a la persona, no solo a la artista.

Por supuesto, la Misa y la liturgia deben mantenerse siempre aparte, porque ahí actúa Dios mismo y no cabe la lógica del espectáculo. Pero en un evento cultural, la Iglesia sí puede abrir sus brazos a los artistas, siempre que recuerde que su misión no es entretener, sino evangelizar.

El 13 de septiembre, millones seguirán el concierto en directo por Disney+. Ojalá lo que vean no sea solo un festival más, sino un signo claro de que en el corazón de la Iglesia se anuncia a Cristo sin miedo. Si se logra, San Pedro no será un escenario turístico, sino un verdadero lugar de encuentro con el Salvador.

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