Feligreses intentan linchar a un sacerdote por su extraña actitud con adolescentes

Feligreses intentan linchar a un sacerdote por su extraña actitud con adolescentes

La noche del 15 de agosto, habitantes de Olón (provincia de Santa Elena, Ecuador) denunciaron que el sacerdote Diego Sosa se encontraba en su vivienda con varios adolescentes, uno de ellos en ropa interior. Tras una situación de mucha tensión e intentos de entrada física, alertada la Policía, se exigió la apertura del domicilio, lo que derivó en la intervención de la Fiscalía, que abrió de oficio una investigación por presunto abuso sexual.

El sacerdote, en rueda de prensa ofrecida el 17 de agosto y acompañado por dos mujeres laicas, se defendió alegando que los jóvenes eran monaguillos que acudían a su casa a jugar videojuegos, y que el menor hallado en ropa interior estaba en el baño cuando un grupo de vecinas irrumpió abruptamente en la vivienda.

La diócesis y la falta de respuesta

El caso ocurre en la diócesis de Santa Elena, erigida en 2022 y actualmente gobernada por Mons. Guido Iván Minda Chalá. Hasta el momento, el obispo no ha emitido un pronunciamiento público ni se ha informado sobre medidas canónicas concretas contra el sacerdote. Se han suspendido las misas, lo que ha generado desconcierto entre los fieles de la zona.

Un sacerdote sin signos clericales y con inquietantes modos

Más allá de la investigación penal en curso, la figura del sacerdote Sosa ya generaba reservas entre vecinos y feligreses. En sus apariciones públicas, llama la atención que no viste clériman ni sotana, contraviniendo lo establecido por el canon 284 del Código de Derecho Canónico.

A ello se suma su manera de expresarse y comportarse, descrita por algunos como amanerada y poco viril, lo que causa inquietud en la comunidad. Precisamente, la Iglesia ha insistido siempre en que quienes reciben el orden sagrado deben reunir atributos de sobriedad, discreción y madurez que sostengan la misión pastoral y eviten la confusión entre los fieles.

Reacción popular y clima de tensión

La indignación vecinal alcanzó niveles de gran tensión. En un acto desesperado, una mujer estrelló su vehículo contra la puerta de la iglesia de Olón, como expresión física de la exasperación comunitaria frente al caso del sacerdote. Aunque no se produjo un linchamiento físico directo, el suceso refleja el clima de hostilidad y la pérdida de confianza hacia el clero local.

Una crisis de fondo y de forma en el clero

El caso de Olón no es un hecho aislado. Refleja un problema más amplio: un clero debilitado en fondo y forma, donde las deficiencias en la vida espiritual, en la disciplina y hasta en la presentación externa terminan minando la credibilidad de la Iglesia ante el pueblo de Dios. Sin siquiera juzgar el fondo del asunto, la puesta en escena de la situación invita a una reflexión seria sobre el modelo sacerdotal.

La reconstrucción de la Iglesia pasa necesariamente por una renovación profunda del estamento clerical. No se trata solo de evitar escándalos, sino de devolver a la figura del sacerdote la dignidad, virilidad y autoridad moral que han de acompañar al ministerio. Solo con sacerdotes santos, firmes en la doctrina y ejemplares en su vida y en su porte, podrá la Iglesia cumplir fielmente su misión en medio del mundo.

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