La Arquidiócesis de Miami ha dado un paso histórico al celebrar su primera misa en el centro de detención de inmigrantes no autorizados conocido como “Alligator Alcatraz”, marcando el inicio de un ministerio católico que busca llevar consuelo espiritual a los detenidos y al personal de las instalaciones.
La celebración, que tuvo lugar el 2 de agosto, es fruto de meses de negociaciones entre los obispos de Florida, las autoridades arquidiocesanas y las agencias penitenciarias estatales, que finalmente permitieron el acceso pastoral al controvertido centro. “Me complace que se haya atendido nuestra solicitud de brindar atención pastoral a los detenidos”, declaró el arzobispo de Miami, Thomas Wenski, en un comunicado fechado el 3 de agosto, citado por ACI Prensa.
Una larga batalla por el acceso pastoral en Alligator Alcatraz
Desde hace meses, el arzobispo Wenski había denunciado las dificultades para ofrecer asistencia espiritual a los inmigrantes detenidos en Alligator Alcatraz, debido a las disputas de competencias entre el gobierno estatal de Florida y el gobierno federal. En una entrevista con EWTN News In Depth en julio, Wenski expresó su preocupación por la atención y la salud de los detenidos, subrayando que el acceso a la atención pastoral debía considerarse un “estándar mínimo” de dignidad humana.
La presión constante de la arquidiócesis y de organizaciones defensoras de los derechos humanos fue clave para romper el bloqueo institucional. Finalmente, se llegó a un acuerdo que otorga a los capellanes y ministros pastorales de la Arquidiócesis de Miami acceso pleno a las instalaciones, permitiéndoles celebrar misas litúrgicas y ofrecer acompañamiento espiritual tanto a los inmigrantes como al personal que reside en el centro.
La Iglesia no tiene fronteras: un compromiso con los olvidados
El inicio de las celebraciones litúrgicas en Alligator Alcatraz marca más que un logro logístico; es un testimonio del compromiso de la Iglesia con aquellos que suelen ser invisibles para la sociedad. “La Iglesia no tiene fronteras, pues todos somos miembros de una misma familia humana”, recordó Wenski, al reafirmar que la misión fundamental de la Iglesia es anunciar la buena nueva a los pobres.
La Arquidiócesis de Miami ha anunciado su intención de establecer una presencia católica constante en el centro de detención, organizando un programa estable de atención sacramental y pastoral. La continuidad del ministerio dependerá de la disponibilidad del clero y de la colaboración de laicos voluntarios, quienes se encargarán de acompañar a los inmigrantes en su peregrinación espiritual en medio de las duras condiciones de detención.
Este paso, aunque local, tiene una relevancia que trasciende fronteras. En un contexto donde la atención a los migrantes se ha convertido en un campo de batalla político y cultural, la Iglesia reafirma su papel como defensora de la dignidad humana, especialmente allí donde otros actores sociales prefieren mirar hacia otro lado.
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