Milone podría desencadenar un invierno nuclear financiero en el Vaticano

Milone podría desencadenar un invierno nuclear financiero en el Vaticano
La reciente sentencia de la Corte de Apelación del Vaticano rechazando la apelación de Milone no solo revela una justicia selectiva: pinta un retrato al carboncillo de una maquinaria judicial que se parece más a una novela de Kafka con sotana que a un Estado de Derecho.Milone —recordémoslo— no era un cualquiera. Fue fichado por el propio Papa Francisco en 2015 para poner orden en las cuentas vaticanas. Llevaba décadas auditando para Deloitte. Pero cometió un error fatal: hacer bien su trabajo. Encontró irregularidades. Demasiadas. Entre ellas, prácticas sospechosas de Angelo Becciu y del entonces jefe de la gendarmería, Domenico Giani. ¿Resultado? Amenazas, presiones y una dimisión forzada bajo la sombra de una falsa investigación criminal.

Becciu presumió en público de haberlo echado. Giani lo ejecutó con eficiencia. Ninguno ha sido procesado por ello. ¿Por qué? Porque uno está apelando su condena por otros escándalos (recordemos el Óbolo de San Pedro, el palacio de Londres y demás delicadezas), y el otro ya no pisa suelo vaticano desde 2019. Por tanto —dicen los jueces— no se puede probar que la Santa Sede tenga responsabilidad. Porque, claro, en el Vaticano, si nadie juzga al verdugo, el ajusticiado no tiene derecho a quejarse.

Pero el caso no es solo jurídico. Es nuclear. Literalmente. Como explica The Pillar en su artículo del 25 de julio, si lo que Milone tiene en sus archivos llega a salir a la luz, el Vaticano podría sufrir una “catástrofe financiera de invierno nuclear”1. No hablamos de nimiedades: según fuentes internas, Milone podría demostrar que APSA —la gestora de activos del Vaticano— tenía un sistema que permitía modificar retroactivamente los IBAN en registros SWIFT. Para los no iniciados: eso es como tener un corrector tipográfico en la caja negra de un avión. O una goma de borrar en el Libro del Apocalipsis.

Si esa vulnerabilidad existió, y se usó (como afirman las fuentes de The Pillar), estaríamos ante un mecanismo perfecto para el blanqueo de capitales. Y el Vaticano podría ser expulsado del sistema financiero internacional. Ni tarjetas en los museos, ni transferencias para pagar a proveedores, ni donaciones electrónicas. Solo monseñores entrando por la Porta Sant’Anna con mochilas de billetes. Como en los buenos tiempos.

Y lo más delirante: todo esto, según The Pillar, podría haberse evitado con una simple solución extrajudicial. Milone solo quería que le devolvieran la reputación y unos años de sueldo. Pero en la Secretaría de Estado alguien pensó: “Mejor jugárnosla a que no lo cuente”. Un plan maestro.

Mientras tanto, los fieles siguen donando. Las auditorías se hacen a medias. Las condenas a corruptos se apelan. Y los buenos, como Milone y Panicco, deben mendigar justicia en una ciudad-estado donde el birrete pesa más que la ley.

¿Una república bananera? No. Algo peor. Una república bananera con incensarios. Y escudos heráldicos.


1 Fuente: The Pillar, “Vatican nuclear winter”, 25 de julio de 2025. Extracto completo en archivo original.

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