La justicia mexicana ha sentenciado a cuatro años y diez meses de prisión al sacerdote Eliseo R. S., de la Diócesis de Ciudad Juárez, por abuso sexual contra una menor de edad ocurrido en 2013. El delito se cometió dentro de una iglesia, aprovechando su ministerio sacerdotal, según informó la Fiscalía General del Estado de Chihuahua.
El sacerdote, ahora declarado penalmente responsable, cumplirá condena en el Centro de Reinserción Social número 3. A pesar de la gravedad de los hechos, el proceso canónico aún no ha concluido, y el acusado continúa formalmente en el estado clerical.
Reacción de la diócesis: palabras y omisiones
La Diócesis de Ciudad Juárez, en un comunicado publicado el 22 de julio, lamentó el escándalo y aseguró que acoge la sentencia “con espíritu de escucha”. Reconoció que “ninguna herida debe ser minimizada o ignorada”, y afirmó su compromiso con comunidades eclesiales más seguras.
El proceso canónico sigue sin resolución
Sin embargo, el lenguaje del comunicado contrasta con la tardanza en las medidas disciplinarias eclesiales. Doce años después del crimen y con sentencia civil ya dictada, el proceso ante el Dicasterio para la Doctrina de la Fe sigue “en curso”, y la expulsión del estado clerical aún está en espera, según informó ACI Prensa.
Sin acciones firmes, la corrupción permanece
La oración es sin duda un medio necesario de reparación y conversión, pero la verdadera purificación de la Iglesia no se logrará con documentos sinodales repletos de consignas inclusivas, sino con decisiones valientes: expulsar a los corruptores de menores y a quienes los encubren. Si no se actúa con claridad y firmeza, el mensaje que se transmite es inquietante: la llamada mafia lavanda no solo sigue presente, sino que opera desde dentro de la propia Iglesia.
