La Iglesia de la Sagrada Familia, el único templo católico en la Franja, fue blanco directo de un proyectil este jueves, provocando la muerte de tres personas e hiriendo a ocho más. La tragedia pudo haber sido mucho mayor de no ser por las firmes advertencias del párroco, el padre Gabriele Romanelli, quien instó reiteradamente a los refugiados a permanecer dentro del templo.
La advertencia providencial del padre Romanelli
A las 10:10 a.m., un proyectil impactó sobre el techo del complejo parroquial, justo junto a la cruz que corona la iglesia. La metralla se esparció violentamente por el patio exterior donde, minutos antes, decenas de personas se encontraban al aire libre.
“Sin las alertas del padre Romanelli para que permanecieran en el interior, podríamos haber perdido a 50 o 60 personas. Hubiera sido una masacre”, declaró a ACI Prensa el director de Cáritas Jerusalén, Antón Asfar, todavía conmocionado.
El P. Romanelli, sacerdote argentino del Instituto del Verbo Encarnado, sufrió una herida leve en la pierna, pero está fuera de peligro. La comunidad católica en Gaza, que antes del conflicto contaba con algo más de mil fieles, se ha visto reducida y desbordada por la guerra, convirtiendo la parroquia en un improvisado refugio para más de 500 desplazados, entre ellos también musulmanes —incluidos más de 50 niños con discapacidades— que han buscado amparo en la protección de la Iglesia.
Cristianos en el filo del abismo: «Ya no hay zonas seguras»
La parroquia, situada en el barrio de al-Zaytun, ha sido repetidamente amenazada por las órdenes de evacuación israelíes. Sin embargo, los fieles se resisten a abandonar lo que consideran su último bastión de seguridad. “Todos están determinados a permanecer en las iglesias y seguir refugiándose en ellas. Pero la verdad es que ya no hay zonas seguras en Gaza”, lamenta Asfar.
El bombardeo dejó tres víctimas mortales: Saad Issa Kostandi Salameh, de 60 años, encargado de mantenimiento de la parroquia; Foumia Issa Latif Ayyad, de 84 años; y Najwa Abu Daoud, de 70, ambas fallecidas mientras recibían atención psicológica en el programa de Cáritas.
Otras ocho personas, además del P. Romanelli, resultaron heridas y fueron trasladadas al hospital Al Mamadami, situado a un kilómetro del templo. Sin embargo, las condiciones médicas son precarias: sin electricidad, medicinas ni combustible, los centros de salud apenas pueden sostenerse.
Emergencia humanitaria sin respuesta: la ayuda no llega
La última entrada significativa de ayuda humanitaria a Gaza se produjo el 2 de marzo. Desde entonces, la Gaza Interim Foundation —creada en febrero con respaldo de EE.UU. e Israel— ha sido la única operación activa, pero sus cuatro centros de distribución son insuficientes frente a los más de 400 que operaban durante la tregua. La ONU ha documentado más de 400 muertes en los puntos de reparto, lo que ha generado duras acusaciones de que la ayuda humanitaria se está utilizando como arma de guerra.
Cáritas mantiene más de 120 trabajadores en la Franja, operando en diez centros médicos, pero los recursos se agotan. “La gente se está muriendo de hambre. Todos los niños sufren desnutrición”, asegura Asfar. Las fronteras permanecen cerradas y el aislamiento de la población es total.
El testimonio silencioso de una Iglesia martirial
La Iglesia de la Sagrada Familia no es solo un lugar de culto, sino también un símbolo de resistencia cristiana en medio del caos. En medio de la devastación, la figura del padre Gabriele Romanelli emerge como testimonio vivo del coraje pastoral, cuidando a los suyos entre bombardeos y muerte, animando a sus fieles a mantenerse firmes en la fe, incluso cuando todo parece perdido.
Infovaticana tuvo acceso al mensaje del padre Romanelli enviado por WhatsApp para sus allegados informando de la situación. Oremos por la paz, oremos por los cristianos perseguidos, hoy especialmente por los cristianos de Gaza y todas las víctimas de la guerra.
