El Observador Permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas interviene en el Foro Político de Alto Nivel y aboga por políticas integradas que promuevan la dignidad humana más allá de las ideologías.
El arzobispo Gabriele Caccia, Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU en Nueva York, participó recientemente en dos sesiones del Foro Político de Alto Nivel sobre Desarrollo Sostenible, celebradas los días 14 y 15 de julio, centradas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 3 y 5. En sus intervenciones, subrayó la necesidad de adoptar políticas centradas en la persona, en lugar de responder a enfoques ideológicos. Así lo informó Vatican News.
El derecho a la salud como parte del desarrollo integral
Durante su primera intervención, dedicada al ODS 3, Caccia abordó el tema del derecho a la salud. Reiteró que la salud no puede entenderse únicamente como la ausencia de enfermedad, sino como un estado de bienestar integral que abarca las dimensiones física, psicológica, social, espiritual y emocional.
El prelado destacó la persistencia de profundas desigualdades en el acceso a servicios médicos básicos, señalando que millones de personas siguen excluidas de una atención sanitaria adecuada. Llamó la atención sobre el estancamiento de las tasas de mortalidad materna y la invisibilidad de muchos problemas relacionados con la salud mental.
En este contexto, propuso la implementación de “políticas integradas” que reconozcan la conexión entre la salud y otras dimensiones del desarrollo, como la pobreza, la educación, la nutrición, el acceso al agua potable y el saneamiento. A su juicio, debe prestarse especial atención a los más vulnerables: no nacidos, niños, ancianos, personas con discapacidad, migrantes y habitantes de zonas en conflicto.
Igualdad de género con respeto a la dignidad y complementariedad
En su segunda intervención, centrada en el ODS 5 sobre igualdad de género, el representante vaticano apeló a la declaración doctrinal Dignitas infinita, recientemente publicada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, para subrayar que la plena igualdad exige condiciones que favorezcan el desarrollo integral de las mujeres. Estas incluyen educación de calidad, atención médica, trabajo digno y participación en la vida pública.
Caccia alertó sobre la tentación de reducir el papel femenino a instrumentos de agendas económicas o políticas, proponiendo en cambio una visión que valore la complementariedad entre hombres y mujeres. En este sentido, destacó el papel insustituible de la familia como espacio originario de las relaciones humanas.
Concluyó afirmando que cualquier política de género verdaderamente equitativa debe sostener y proteger la maternidad, la paternidad y la vida familiar, sin renunciar a la promoción de la igualdad.
